Daniel Ustian, presidente ejecutivo de Navistar International, ha reconocido la existencia de conversaciones con General Motors para la adquisición de los intereses que ésta tiene en el campo de los camiones de tonelaje medio, incluyendo los derechos para fabricar esos camiones con las marcas GMC y Chevrolet y la posibilidad de distribuir los vehículos y sus piezas a través de la red con que cuentan estas marcas en Estados Unidos y Canadá. Ustian añadió que el acuerdo podría hacerse público en breve plazo. Los camiones de tonelaje medio fabricados por GMC son comercializados en el mercado con la denominación comercial TopKick; los mismos modelos se venden con el nombre Kodiak cuando llevan la marca Chevrolet.
Hay además unos GMC que se venden con el nombre Serie T y que derivan de la serie N de Isuzu, aunque la marca japonesa los comercializa también en Norteamérica con la denominación Serie T. Ustian no aclaró nada sobre el futuro de las relaciones con Isuzu en caso de que finalmente Navistar complete la transacción con GM. En 2006, GM construyó 40.800 de todos estos modelos y vendió 59.000, lo que representaría un 12 por ciento del mercado. Bear Stearns, un analista de la compañía americana Peter Nesvold, estima que el mercado norteamericano de camiones ligeros genera anualmente ventas por valor de 2.000 millones de dólares (unos 1.500 millones de euros), de los que GMC podría llevarse de 450 a 500 millones de dólares.
La operación parece haber sido iniciada por la propia GM que, intentaría lograr con ella los fondos que le permitan contrarrestar los efectos negativos que para su cuenta de resultados están teniendo las fuertes pérdidas que la crisis de las hipotecas ha generado en GMAC, el grupo financiero del que GM había vendido a Cerberus, el fondo de capital riesgo que después se hizo con Chrysler, un 51 por ciento. Como se sabe, Navistar mantiene un estrecho acuerdo de colaboración con la germana MAN para el desarrollo conjunto de motores, lo que con frecuencia ha generado especulaciones sobre una posible fusión de americanos y alemanes, hecho este que ambas partes han descartado en repetidas ocasiones. También se especula periódicamente con la posibilidad de que el grupo Fiat esté considerando una entrada en el capital de Navistar para utilizar la firma americana como puerta para el retorno de Iveco al mercado estadounidense del que ésta firma se salió años atrás.
Sin embargo, tanto Sergio Marchione, consejero delegado del grupo Fiat, como Paolo Monferino, consejero delegado de Iveco, han desmentido esa posibilidad reiteradamente. El que también ha desmentido que la profunda revisión contable de los ejercicios recientes de Navistar tenga algo que ver con la posible compra de los intereses de GM en el campo de los vehículos industriales, ha sido Ustian, quien se lamentó del bajo nivel profesional que habían demostrado ciertas personas del departamento financiero de Navistar, a algunos de los cuales se les había marginado del proceso de revisión e invitado a abandonar la compañía según iban encontrándose ejemplos de “comportamiento inadecuado” mientras se repasaban más de 135 millones de documentos contables, proceso que se espera concluir en el segundo trimestre de 2008 y que ha costada la nada despreciable suma de 280 millones de dólares en lo que va de 2007, a la que habrá que sumar otros 118 millones en 2008. Como consecuencia de esa revisión masiva de sus finanzas, Navistar ha tenido que anotar ya en su contabilidad unas cargas de casi 2.000 millones de dólares antes de impuestos para ajustes contables de los ejercicios 2003 y anteriores, 2004, y tres primeros trimestres de 2005.