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La crisis del ladrillo lleva al cierre de la terminal de graneles de Noatum en Valencia

El grupo, que mantiene operativa la instalación y tiene concesión hasta 2018, anuncia acciones contra el expediente iniciado por el puerto por incumplimientos en la inversión.

La crisis del ladrillo ha terminado por abrir un proceso de extinción de la concesión de la terminal de graneles del puerto de Valencia, cuyo principal dueño es Noatum. La estibadora, que tenía “novios” en el mercado, anuncia que analizará acciones legales al expediente abierto por la Autoridad Portuaria por una serie de incumplimientos

La crisis del ladrillo aboca al cierre de la concesión de Noatum Terminal Graneles Valencia (NTGV), que explota una instalación de graneles sucios en el puerto de Valencia. La estibadora presentó a la Autoridad Portuaria un plan de viabilidad el pasado mes de octubre, el segundo en dos años. En este documento la compañía instaba al organismo a asegurar el equilibrio económico de la terminal de graneles revisando el título concesional.

Esta petición de revisión fue rechazada por el puerto como consecuencia de varios incumplimientos en el vigente contrato de concesión, aunque para Noatum su petición contenía “el ofrecimiento de garantías necesarias complementarias a la modificación concesional”, según una nota hecha pública por el grupo cinco días después de la decisión del consejo de administración del puerto, realizada el 20 de febrero.

El puerto ha argumentado que la estibadora “no ha puesto en marcha el acuerdo de 2012 por el que se comprometía a realizar una inversión de dos millones de euros en dos tolvas ecológicas y a mover un mínimo de un millón de toneladas anuales”. Aparte del incumplimiento durante dos años de la actividad mínima, el último detonante para la apertura del expediente “es un impago de tasas, por importe de alrededor de un millón de euros”, según apuntan fuentes solventes.

En esta situación al puerto no le quedó más remedio que “coger la garantía de explotación para cobrar una parte de la deuda”, según indican medios empresariales. La legislación portuaria en España señala que se debe tener consignada una garantía de explotación que no puede ser inferior a la mitad del importe anual de las tasas, ni superior a su importe anual. Esta garantía responde de todas las obligaciones, de las sanciones por incumplimientos y de los daños y perjuicios que puedan ocasionar. Al ejecutarse la garantía, NTGV quedó obligada a completarla o reponerla. Su no reposición es causa de caducidad.

ACCIONES LEGALES
Tras la decisión del puerto, Noatum explicó que “está analizando la forma legal de resarcimiento”. Mientras se entabla un procedimiento administrativo contra el expediente, la terminal sigue operando. El grupo afirma que “tras haber efectuado inversiones de más de 20 millones de euros, además de aportaciones adicionales por parte de sus accionistas, y aún cuando existe base legal y precedentes de modificaciones, y habiendo justificación objetiva por la caída de tráficos para una revisión, la Autoridad Portuaria ha rechazado cualquier modificación concesional forzando a la liquidación y el cierre”.

Noatum matizaba que “lamenta la gravísima situación derivada de la drástica caída y práctica desaparición del tráfico de clínker en Valencia” y afirma que “resulta insostenible pedir a los accionistas más aportaciones de dinero para un negocio en el que no hay tráfico en comparación con los costes fijos inherentes al mismo”. La estibadora cuenta con concesión para manipular graneles sucios en el Muelle Norte del puerto de Valencia hasta 2018 en un área de 96.603 metros cuadrados. Sus accionistas son Noatum Marmedsa (54%), Romeu (30%) y Servimad (16%).

El ejemplo de una ‘burbuja portuaria’ por aquellos días de gloria de la construcción

NTGV continúa sufriendo la crisis del negocio de la construcción en carne propia, fruto de la recesión en la importación para hacer cemento en España. La estibadora, que llegó a mover cuatro millones de toneladas anuales de clínker y carbón, hoy no llega a medio millón. Es el claro ejemplo de la ‘burbuja portuaria’ de aquellos fantásticos días de gloria del ladrillo en España.

Aquella bonanza y la necesidad de dotar a la instalación de un sistema ecológico de carga y descarga llevó a la empresa a presentar en 2005 un plan millonario. Una inversión de 38 millones le daba 10 años más de concesión. La crisis lo aparcó, pero el déficit medioambiental seguía. Se pactaron dos tolvas ecológicas en 2012 por dos millones a cambio de cinco años de concesión. Tampoco. El puerto lo hizo todo, hasta rebajó los tráficos, pero la crisis sigue azotando. El clínker hoy no es el mejor negocio en España para el fondo de inversión que soporta a Noatum.

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