La ‘tarifa’ del transporte creció un 30% desde el año 2000, frente al aumento del 56,7% en los gastos de explotación de un camión.
La divergencia entre los precios y los costes, cada vez más acusada, hace saltar las alarmas en el sector del transporte por carretera, incapaz de repercutir al cliente la subida de sus gastos de explotación. Desde el año 2000, el precio medio por kilómetro en carga creció un 30%, frente al aumento de los costes, que se dispararon un 56,7%.
El transporte por carretera continúa desangrándose por la crisis. Las cuentas no salen. Los costes se disparan, fundamentalmente por la escalada del gasóleo, que representa cerca del 40 por ciento de los gastos de explotación de un camión, pero los precios bajan. Sin duda, una mala combinación, que está haciendo saltar por los aires las maltrechas cuentas de resultados de la mayoría de empresas del sector. Los últimos datos de los Observatorios de Costes y Precios de Fomento son concluyentes y muestran como esta diferencia entre precios y costes es cada vez más acusada. A modo de ejemplo, el precio medio por kilómetro en carga cayó un 2,4 por ciento en el primer trimestre con respecto al mismo período del año anterior, mientras los costes directos para un vehículo articulado de carga general registraron un incremento del 1,3 por ciento entre el 31 de enero y el 30 de abril de este año. El dato más negativo se dio en las distancias entre 51 y 100 kilómetros, con una bajada de los precios del 5,8 por ciento en el primer trimestre, que contrasta con el tímido aumento del 0,9 por ciento para distancias superiores a 300 kilómetros, tras subir un 4 por ciento el pasado año en estos recorridos.
En este escenario, no es de extrañar que el pago a 30 días y la obligación de activar fórmulas de actualización de la subida del precio del gasóleo en las facturas del transporte, con sanciones en caso de incumplimiento, constituyan los principales caballos de batalla del sector. Unas exigencias que los transportistas tratarán de incorporar en el trámite parlamentario de la modificación de la LOTT. Y es que la aplicación de estas medidas supondría un ‘balón de oxígeno’ para las empresas del sector -con plazos de cobro a 90 días, e, incluso, más-, incapaces de repercutir el incremento de sus costes a los cargadores. Fuentes del sector advierten, en este sentido, que los precios que perciben actualmente los transportistas son similares a los del año 2006 y recuerdan que la divergencia entre costes y precios se asemeja a la que hubo en 2008, fecha del último paro nacional del transporte. Y es que desde el año 2000, el precio del transporte creció un 30 por ciento, frente al espectacular aumento de los costes, que se dispararon un 56,7 por ciento (ver gráfico adjunto). Entre las principales causas que explican este fenómeno se encuentra el exceso de capacidad, tras sumarse nuevos actores a este negocio al albur del crecimiento económico, que ha dado lugar a una cruenta guerra de precios en el sector para captar tráficos y no parar flota. Una huida hacia adelante que está provocando que se disparen los procesos concursales en el sector.
Todo ello, además, en un contexto de fuerte caída de la actividad, como se ha comentado en páginas anteriores, y con el gasóleo por las nubes, tras crecer un 3,6 por ciento entre enero y abril de este año. Una subida que se eleva hasta el 14 por ciento con respecto a enero del pasado año. Unas variaciones que, en caso de que los transportistas no tengan pactadas con sus clientes, algo habitual, añadieron los mismos interlocutores, podrían echar por tierra sus márgenes de rentabilidad, ya de por sí escasos. De hecho, empresarios consultados por este periódico indicaron que se niegan a prestar servicio a cargadores que no quieren incluir la cláusula del gasóleo en sus contratos para “evitar sorpresas”. Lamentaron, no obstante, que “siempre hay alguien dispuesto a cargar a cualquier precio”, debido a la atomización del mercado, donde, pese a la criba que ha tenido lugar desde el estallido de la crisis, operan más de 100.000 empresas, que “son demasiadas. Sobra mucha gente”, apuntaron.
Poca competencia en la distribución de carburantes
Es curioso ver con qué rapidez las estaciones de servicio repercuten la subida de los precios internacionales del crudo, frente a las bajadas. Sin embargo, para Competencia, la existencia de estas asimetrías positivas en la traslación de precios o, coloquialmente, fenómenos de ‘cohetes y plumas’, no constituye, por sí sola, que existan “prácticas colusorias”. Así se recoge en el nuevo informe de este organismo sobre la distribución de carburantes de automoción, que desvela “un reducido nivel de competencia efectiva”, tras comprobar que los precios antes de impuestos y los márgenes en España siguen estando entre los más altos de la UE, como se puede observar en el cuadro que acompaña esta información. La cuestión no es baladí, ya que el gasóleo supone cerca del 40 por ciento de los gastos de explotación de un camión, por lo que el sector reclama un mayor control del mercado de productos petrolíferos. Y es que sorprende que la CNC, tan diligente para otros asuntos, caso de las investigaciones abiertas a patronales del sector por insistir en la necesidad de actualizar precios ante la subida de costes -algo obvio-, pase de ‘puntillas’ por este asunto. La propia Asociación del Transporte Internacional por Carretera, que preside Marcos Basante, lamentaba, tras conocer el informe, que el organismo regulador sólo se limitase a recomendarmedidas normativas paramejorar la competencia. Y es que la lógica dice que debería investigar si existen prácticas colusorias e incoar, en su caso, los expedientes oportunos.