El ‘invento’ de Bestin Supply Chain, otro fracaso del capital riesgo en el sector de la logística, es la crónica de una muerte anunciada. El desembarco de N+1, que tras hacerse con el control de esta compañía adquirió la totalidad de las acciones de las transitarias ITS y Barnatrans para alumbrar, según sus analistas, el primer operador logístico español, fue como la entrada de un elefante en una cacharrería y un ejemplo más de lo que ocurre cuando la gestión de este complejo negocio recae en manos de personas sin experiencia en el sector, que en menos de dos años se han cargado dos compañías de renombre que gozaban de una sana trayectoria empresarial.
No es el primer caso, ni, desgraciadamente, será el último. Muchos grupos empresariales y sociedades procedentes de otros sectores se fijaron hace tiempo en la logística como un buen negocio para especular y amasar grandes fortunas en poco tiempo, como si fuera el ‘maná’ caído del cielo.
Sin embargo, una vez dentro, se han dado cuenta de que se trata de un sector de márgenes bajos, con unas rentabilidades que no responden a sus expectativas, lo que dificulta la amortización de las inversiones, en muchos casos millonarias, por lo que acaban saliendo escopetadas por la puerta de atrás. Es el caso de grandes constructoras que, varios años después de desembarcar en este negocio, están en pleno proceso de desinversión.
En otras ocasiones, más dramáticas, la situación ha llegado a los Juzgados en forma de proceso concursal, sin viabilidad de futuro. Pero, ojo, el hecho de que la logística en España no sea la ‘gallina de los huevos de oro’ no quiere decir que no sea un buen negocio.
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