El pronunciamento de la Comisión Europea sobre nuestro modelo de estiba abre la oportunidad al Gobierno de Rajoy de hacer, por una vez, las cosas bien. Hay que construir un modelo de estiba de futuro en España. Moderno y eficiente. Hay que cumplir con las leyes de la libre competencia y con la libertad de contratación como cualquier entorno empresarial, olvidando el peso del caduco monopolio público y la injerencia de la administración portuaria en la gestión de los recursos humanos de la estiba. El contrato de concesión debe auparse como el gran garante de la competividad de un estibador en un puerto. La estiba debe transformarse en un sector económico convencional de la economía española. Un negocio que hoy aporta inversión, dinamismo y vanguardia, y, no lo olvidemos, la experiencia de 6.500 profesionales que, a diario, se juegan su vida en los muelles. Hay que aclarar, de una vez, quién está cualificado y quién no y quién podrá en el mañana ser estibador y quién no.
¿Cuáles son los requisitos profesionales? Para la patronal estibadora Anesco el planteamiento de la Unión Europea es discutible. ¿Erra cuando afirma que en España no hay libertad de establecimiento? En los últimos años por España han apostado Hutchison, Hanjin, DP World, MSC, Maersk y fondos de inversión de la talla de JP Morgan, Queensland y Bellamy, entre otros. Otra cosa es la libertad para contratar personal. Y es que Bruselas debería haber denunciado que desde aquel monopolio de 1992 con las sociedades estatales de estiba los empresarios estuvieron maniatados por el Gobierno de turno, bajo la oportuna presión sindical, en cómo estructurar su modelo laboral. Hoy el expediente de Bruselas debe abrir un tiempo nuevo, una cultura de libertad. No podemos jugarnos ni un minuto más de inestabilidad en nuestros muelles, hoy en la vía de la modernidad y la tecnología. Hagamos otra Ley, pero con pacto, lógica y orden, y con la proa a la libertad.
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