Maersk, concesionaria de una terminal en Algeciras, ha amenazado con llevarse 500.000 TEUs a su instalación en el vecino Tánger Med si no consigue rebajar un 20 por ciento los costes en la dársena española para ser más competitivo en el Estrecho. Maersk es el principal cliente del puerto de Algeciras, una de las industrias más importantes del Campo de Gibraltar y de Andalucía por el negocio y el empleo que genera, y la primera estibadora de España.
Esto nadie lo discute. Tampoco nadie le puede discutir que seguro que es posible reducir los costes en Algeciras. Lo que sí es discutible son las formas y el momento que Maersk ha elegido de manera meditada para lanzar al mercado internacional la especie de que el primer puerto español es caro, justo cuando Hanjin prepara la puesta de largo de su terminal en Algeciras.
Maersk ha pecado de irresponsabilidad buscando atajos espurios para hacerse eco de su demanda en lugar de trasladarla a una mesa de negociación con la Autoridad Portuaria y los sindicatos. Alguien tendría que recordarle a la multinacional que en la misma medida que ha dado mucho al puerto y a la Comunidad Autónoma, también ha recibido, como no podía ser de otra manera. Maersk, al igual que ahora Hanjin, se ha beneficiado de subvenciones de la Junta para la inversión en equipos.
A más a más, la Autoridad Portuaria de Algeciras se ha partido la cara para introducir en la modificación de la Ley de Puertos nuevas y mejores bonificaciones para las dársenas donde su principal activo es el tránsito, lo que no ha sentado nada bien a los puertos import- export. Maersk debería replantearse sus estrategias.
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