Marítimo  | 

La flota se desangra en un ‘círculo perverso’ marcado por un exceso de oferta y una infinita intermediación

Los transportistas reducen dimensión ante el vaivén del tráfico de las navieras en Valencia.

Las empresas de transporte de contenedores que operan en el puerto de Valencia redujeron su dimensión en 2012 ante el vaivén del tráfico import-export de las principales compañías navieras. De hecho, los activos del negocio pasaron de 148 a 143 millones de euros en 2012. En cifras globales, el estudio realizado por TRANSPORTE XXI en base a los asientos depositados por un centenar de compañías en el Registro Mercantil revela que las ventas totales cayeron un 9 por ciento, situándose en 245 millones.

Hay que destacar que el comportamiento del negocio no fue tan negativo atendiendo sólo a las empresas que hoy se mantienen activas y descontando del estudio las que, al cierre de esta edición, aún no habían presentado balances del año doce. De acuerdo a esto, el estudio “corregido” indica que el negocio mantuvo su peso al calor del mínimo aumento del 0,63 por ciento que generó el tráfico de contenedores llenos en el puerto valenciano.

El ejercicio 2012 fue un buen año de exportación, pero negativo en las importaciones, lo que produjo desequilibrios en el negocio. Así las cosas el negocio de la carretera en el puerto de Valencia continúa estancado. La flota se desangra año a año en un círculo perverso marcado por un exceso de oferta, 2.500 camiones trabajan a diario en la rada, y una infinita intermediación en un mercado libre de agentes, operadores logísticos y transitarios locales, que lideran las operaciones y el número de órdenes de transporte que se emiten.

“Hoy Valencia es un torbellino de bajada. El transitario aprieta en el precio, tiene múltiples opciones en el mercado y el flotista cede porque tiene aún una parte de estructura propia que alimentar”, reconoce un operador consultado. Al tiempo un empresario flotista destaca que “no ha habido otra forma de defendernos que eliminar costes directos, quitar conductores asalariados, contratando autónomos a los que se les termina condenando a precios bajos”. Un transitario con flota propia matiza que “la flota es una pantalla, porque terminamos subcontratando con otros para hacer frente al bajo precio que exigen nuestros clientes”.

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