Adolfo Utor. Presidente de Baleària.
Para superar esta depresión, todos, Administración, empresas, autónomos y trabajadores, tenemos que ir de la mano.
El único daño irreversible de esta pandemia es el reguero de muerte. Una trágica evidencia que esta sociedad no debe despejar de su imaginario ni un solo segundo. Para no perder el norte y para honrar la memoria de nuestros conciudadanos. Vaya desde aquí mi abrazo solidario a familiares y amigos de todas las víctimas de parte de las gentes del mar.
Esta epidemia ha resquebrajado el estado de normalidad para imponer el de alarma. En términos legales, pero también sanitarios, económicos y hasta vitales. De repente, nos recuerda que somos vulnerables, en todos los sentidos, y que ninguna conquista está asentada ni es inquebrantable. Nos obliga, por tanto, a reinventarnos para afrontar una nueva realidad que debe cimentarse sobre los valores de confianza, solidaridad, cohesión e inclusión social. Esa es mi convicción como ciudadano y como empresario. Como presidente de Baleària quiero reafirmar, en tiempos de mala mar, nuestro compromiso con el desarrollo sostenible, con los territorios en los que operamos y con los trabajadores, clientes, proveedores, y administraciones públicas.
Como empresa logística y de movilidad marítima, formamos parte estratégica de la economía productiva, la que genera riqueza y empleo. La que en los momentos de tempestad permite a la sociedad guarecerse mientras la economía del humo se torna nebulosa. Hoy más que nunca, los territorios no peninsulares, el sector turístico y de la distribución necesitan de nuestra labor en este reto apasionante que es la recuperación y vuelta a la normalidad.
En momentos de dificultad extrema seguimos cumpliendo con nuestra obligación de mantener los servicios de carga para suministrar artículos de primera necesidad a las Illes Balears, Canarias, Ceuta y Melilla. En condiciones complicadas y, no voy a negarlo, a costa de sufrir importantes pérdidas. Hemos experimentado, de hecho, un desplome de ingresos de un 70 por ciento, básicamente porque el tránsito de pasajeros se ha reducido a cero. Solamente tenemos 12 barcos operativos. Y 20 ferries y fast ferries amarrados en puerto. Quiero dejar constancia de que me siento orgulloso de ser el capitán de nuestros equipos humanos por tener tan interiorizado que nuestro modelo de negocio se asienta sobre el deber de servicio.
Ahora y aquí todos debemos ofrecer nuestra mejor versión. También los responsables públicos. Todos formamos una cadena de complicidades y lealtades que no puede romperse. Las autoridades públicas se equivocarán si no cumplen con su parte. Si no muestran por las navieras la misma preocupación que están demostrando por las compañías aéreas. Si no asumen que el transporte mixto de pasajeros y mercancías es estratégico y esencial, y todavía, como en nuestro caso, está controlado por una empresa nacional imbricada en el territorio.
Necesitamos aliviar cargas. En pleno descalabro de ingresos, facturar servicios portuarios -como prácticos, amarradores, estiba, remolcadores, tasas y cánones, en ocasiones abusivos e innecesarios- es una incongruencia difícil de entender. El Port de Ciutadella, en Menorca, es una excepción. Allí, el Govern Balear ha tenido la sensibilidad de decretar exención de tasas. Medidas necesarias si se considera que en algunas frecuencias, el flete ingresado no alcanza ni para el abono de estos servicios portuarios. En estas circunstancias, es de justicia reclamar medidas concretas que contribuyan a facilitar la recuperación de uno de los sectores más castigados por las consecuencias de esta pandemia. Porque, además, la vuelta a la plena normalidad será lenta. No antes de diciembre. Por eso hemos puesto en marcha acciones financieras para blindar la fortaleza de la caja, aunque van a afectar a sus reservas.
A las mismas autoridades a las que reclamamos acciones terapéuticas les trasladamos nuestro empeño en amarrar los puestos de trabajo y seguir creando empleo. Juntos debemos recuperar la atmósfera de confianza que nuestro país necesita. Sólo se conseguirá si se participa activamente en el diseño del nuevo mapa de compañías y líneas marítimas en la poscrisis. Dejar a la deriva a un sector tan importante sería una temeridad.
Para superar esta depresión, todos, Administración, empresas, autónomos y trabajadores, tenemos que ir de la mano. Desde la convicción de que sólo así saldremos más fuertes para seguir construyendo este gran país.