El estudio sobre la influencia de la calidad de las infraestructuras en los costes de las empresas del sector del transporte por carretera realizado por la Cátedra Amelio Ochoa para la Fundación Francisco Corell no deja lugar a dudas. Una buena planificación en el diseño de las carreteras incide directamente en un ahorro en los costes de los vehículos pesados que puede llegar a superar el 80 por ciento en algunos tramos.
Queda claro, por tanto, que la mala planificación la paga el sector. Por eso es imprescindible que la Administración tome nota y empiece a dejar de planificar de espaldas al transporte de mercancías por carretera. Esto, que debería ser tan obvio, parece que no termina de calar en las instancias correspondientes y por eso desata las dudas sobre cuáles son las verdaderas intenciones en materia de planificación de infraestructuras en muchas ocasiones. Ejemplos sangrantes como el del desdoblamiento de la N-II, ahora tan de actualidad, llaman la atención
. Se trata de un tramo de 80 kilómetros en Girona que ha soportado una frecuencia diaria de 4.000 camiones, lo que supone una recaudación por el impuesto sobre hidrocarburos de 69.440 euros al día, que extrapolándola al conjunto de la última década, teniendo en cuenta una media de 214 días hábiles por año, representa un montante global de 148,60 millones de euros, según datos de Astic. Por tanto, el desdoblamiento de este tramo ya estaría suficientemente sufragado por el sector en base a impuestos en los últimos 30 ó 40 años. Los autores del estudio concluyen que en la planificación de infraestructuras se deberían considerar criterios ajenos del político. Y no les falta razón.