Renfe Mercancías, de la mano de su nuevo director general Manuel Acero, ha adoptado un rumbo para poner punto y final a un largo período de convulsión con los clientes y con el mercado. La economía española necesita de un ferrocarril eficiente para ser más competitiva. Aunque este objetivo no es cometido exclusivo del operador público, el papel que debe de jugar es principal.
En la entrevista concedida a TRANSPORTE XXI, Acero asegura que Renfe “tiene que acercarse al mercado y adoptar el ritmo y las maneras de hacer de los privados”, y reconoce que el transporte por carretera, como modo dominante, es quien fija el precio del ferrocarril para carga, dos máximas que siempre ha defendido este periódico y que los anteriores equipos directivos de la pública despreciaron en favor de una política que pasaba por mantener el monopolio de facto a pesar de la liberalización, por la imposición de precios abusivos a sus clientes y por la reducción de los servicios en un intento fatuo de reducir las pérdidas, obviando algo tan elemental como que los elevados costes fijos que soporta el operador hacían estéril esta medida.
El resultado de esta política comercial provocó que las patronales de combinado (UOTC) y de vagones privados (Faprove) denunciaran a la pública ante diferentes instancias, revelándose contra un escenario que hacía inviable el negocio no sólo para ambas, sino también para la pública.
Con el cambio en la gestión, Renfe ya ha dado pasos para recuperar la interlocución necesaria con sus clientes. Ahora sólo hay que esperar los frutos de esta política y que nadie ponga palos en las nuevas ruedas de Renfe Mercancías.