Barcelona, cuna de las transitarias españolas, donde nació la primera asociación del sector, placenta de la federación de ámbito nacional y que sigue siendo la primera provincia española en número de empresas instaladas, no tiene convenio propio, y todo parece indicar que seguirá sin tenerlo. Las otras grandes provincias transitarias españolas hace años que cuentan con convenio propio: Guipúzcoa desde 1988, Valencia desde principios de los 90 y Madrid desde 2001.
Pero, en Barcelona, los agentes sociales han sido incapaces de ponerse de acuerdo para crear unas reglas comunes que regulen sus relaciones laborales. Y eso que ambas partes coinciden en las bondades de un acuerdo para empresas y trabajadores que unificaría criterios y acabaría con la dispersión actual. Y no será porque no han estado tiempo negociando.
La firma de un convenio provincial propio es un asunto que colea desde los 90 y la última ronda de negociaciones, que los sindicatos acaban de hacer saltar por los aires, arranca en 2006. Los sindicatos han marcado la línea roja en la antigüedad, cuestión innegociable, argumentan, que les ha hecho levantarse de la mesa de negociación. Desde la parte patronal, están dispuestos a respetar la antigüedad de los trabajadores actuales, pero no de los futuros.
Ateia Barcelona tiene razón en argumentar que la antigüedad es algo trasnochado y que cada vez se suprime en más convenios. También es verdad que la actitud de la parte patronal de “Donde dije digo, digo Diego” ha contribuido a que se haya desaprovechado la ocasión en la que más cerca se ha estado de llegar a un acuerdo. El tiempo dirá si habrá más ocasiones.