Hay políticos que viven en verdaderos oasis. A pesar de los sucesivos (y tardíos) planes para recortar el déficit público de nuestras cuentas, el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda, y el primer partido de la oposición, el PP, se han descolgado con un acuerdo escandaloso y no menos sospechoso para salvar el ruinoso aeropuerto privado de Ciudad Real.
La iniciativa no es otra que el Gobierno manchego compre con dinero público la pista propiedad de CR Aeropuertos, donde participan importantes empresarios locales ligados al ladrillo. El aeropuerto de Ciudad Real, que se encuentra inactivo, se ha tragado 336 millones de euros en su construcción, gran parte procedentes de la malograda Caja Castilla-La Mancha, que tuvo que ser intervenida por el Banco de España y donde la propietaria de la pista figura como uno de sus principales acreedores, si no es el primero.
Es probable que, cuando se escriban estas líneas, CR Aeropuertos, que tiene una deuda de 290 millones, haya entrado en concurso de acreedores, lo que haría más sangrante la declaración de intenciones de Barreda y del partido en la oposición de salir al rescate de la pista.
Es obligado preguntarse cómo se planificó su construcción, iniciativa que nació con el apoyo del entonces presidente castellano- manchego Bono que luego secundó sin fisuras Barreda, cuál era el plan de negocio del mismo, que nació con ínfulas de ser la primera pista privada internacional especializada en carga, cuando España sólo mueve 700.000 toneladas anuales en avión, y qué organismo público dio el visto bueno al proyecto. ¿Acaso tiene ‘bicho’ el aeropuerto de Ciudad Real?