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Las trabas urbanísticas hipotecan el desarrollo de grandes plataformas logísticas en Cataluña

Los Ayuntamientos no ven negocio en destinar suelo industrial a uso logístico.

En el área de Barcelona no hay prácticamente suelo para uso logístico. En el resto de Cataluña el problema es otro: la poca o nula voluntad de los ayuntamientos en destinar superficie industrial a plataformas logísticas. La consecuencia es que Cataluña tiene, actualmente, el suelo logístico agotado para desarrollar grandes proyectos

Las grandes plataformas logísticas del área de Barcelona tienen colocado el cártel de completo -Zona Franca y el Parque Logístico- o hay lista de espera -la segunda fase de la ZAL-, y eso que el suelo está a precio de oro. Ya en la segunda o tercera corona de la provincia, el problema no es tanto la falta de suelo como la poca o nula voluntad de los ayuntamientos a destinarlo a uso logístico, y este problema es extensible al resto de Cataluña. El Institut Cerdà hizo un estudio sobre el potencial suelo logístico en una área próxima a la Ciudad Condal (la comarca del Baix Llobregat) en 2003.

Este análisis identificó 1.106 hectáreas repartidas en varios municipios aptas para usos logísticos. Ninguna de las grandes parcelas contempladas en el estudio, de 100 o más hectáreas de superficie, se ha destinado a este fin cuatro años después. La oposición de ayuntamientos y entidades ciudadanas a la ubicación de plataformas logísticas están siendo un freno al desarrollo de este sector en Cataluña, según diversos expertos consultados por este periódico. Un ejemplo paradigmático Un ejemplo paradigmático de esta situación es el proyecto de una plataforma logística en la provincia de Tarragona, conocida actualmente como Logis Penedès.

El proyecto inicial arranca con el Gobierno de CiU en 2001. La ideal originaria era crear un gran puerto seco, de más de 200 hectáreas de superficie, para los dos puertos catalanes de interés general, Barcelona y Tarragona. El proyecto fue rechazado frontalmente por ayuntamientos afectados y por entidades ciudadanas que se llegaron a organizar en una anti-plataforma. Con la llegada al Gobierno catalán del primer Tripartito, el proyecto se redujo más de la mitad, pero no fue suficiente para acallar las protestas. Con el segundo Tripartito, “se va a empezar de cero” y se replanteará el proyecto para consensuarlo, aseguró recientemente Manel Nadal, secretario para la Movilidad.

“Cuando llegas a un Ayuntamiento y planteas un polígono industrial, te reciben con la banda de música, pero si propones una plataforma logística, no quieren saber nada”, explica Xavier Ribó, gerente de Barcelona Centre Logístic (BCL), lobby público-privado que promueve la capital catalana como plataforma logística del sur de Europa. Un ejemplo: el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona promueve un polígono industrial en la provincia que originariamente pretendía destinar a uso logístico. Para algunos alcaldes, las plataformas logísticas “ocupan mucho espacio, generan pocos puestos de trabajo y éstos son de baja calidad”.

Y es justamente todo lo contrario, los operadores logísticos “son las fábricas del siglo XXI, cada vez más tecnificadas y necesarias para dar servicio a las empresas que no se deslocalizan porque tienen un alto valor añadido”, añade Ribó. “La cultura logística no ha penetrado en las Administraciones. Un Ayuntamiento no vislumbra el negocio”, a juicio de Félix Tobalina, director general de la consultora Tobalina. “Tiene que haber un cambio de mentalidad para que los planes urbanísticos contemplen la actividad logística”, añade este experto. Ignasi Ragàs, gerente de Cimalsa, la empresa pública de la Generalitat que promueve plataformas logísticas, reconoce que hay “reticencias de algunos ayuntamientos porque no hemos sido capaces, todos, de explicar lo suficiente que un centro logístico no es sólo un almacén y camiones”.

Para ser aceptadas en el territorio, las plataformas logísticas “tienen que dar servicios de valor añadido y, especialmente, tener accesos ferroviarios”, señala Salvador Curcoll, de la Cámara de Comercio de Barcelona. Esta situación provoca, asegura Ribó, que el suelo logístico esté agotado en Cataluña para desarrollar grandes proyectos, “otra cosa son naves puntuales”. De hecho, a Cimalsa le queda poco por comercializar -ver recuadro- en las seis grandes plataformas que desarrolla. “Tenemos una demanda muy alta, lo que es positivo porque demuestra que la oferta es muy atractiva”, señala Ragàs. Ahora bien, el reto es “que debemos ser capaces de atender esa demanda”.

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