Nuevo eslogan: la cargo-pereza como centro de la nueva actividad logística
Esta disrupción estable, que nos obliga a apagar fuegos constantemente en el momento en que la cadena no fluye, donde los problemas no son sólo grandes, simplemente torpezas que obstaculizan el flujo normal de acontecimientos logísticos, está causando otros problemas, invisibles, también importantes, donde el síndrome “burnout” es cada vez más protagonista en el supply chain, no por la falta de enganche al trabajo, al contrario, por la adicción a él que la logística de hoy está causando. En Japón, este problema, titulado como el “problema 2024”, ha forzado al Gobierno a mover ficha y regular nuevas maneras de enfocar la logística, con la valoración de eficiencias, flexibilidades y de colaboraciones entre agentes logísticos para evitar la senda de colapso logístico que se vislumbraba.
No es una novela distópica, es un efecto colateral de nuestro presente, donde deberíamos activar mecanismos muy básicos para enfocarnos como individuos y regenerar nuestro tejido neuronal forzado desde un reset esencial: la pereza. Tenemos que apelar a ella, a su logística y reclamar sus beneficios para rehabilitar el equilibrio entre ocio y trabajo.
Ahora que el calor estival nos fuerza a ir con más lentitud tenemos que recordar que somos seres fungibles y que estamos “atontados por nuestro vicio”, tal y como nos advertía Paul Lafargue ya en 1883 en su manifiesto “El derecho a la pereza”.
También nos alerta de ello el filósofo coreano Byung-Chul Han en su reciente libro “Vida contemplativa” (2023), donde nos recuerda que percibimos la vida actual únicamente mediante indicadores de trabajo y rendimiento, por lo que cualquier otro concepto ajeno a éstos es simplemente una consideración de quimera que homologa la inactividad con el valor cero. Es aquí cuando las matemáticas fallan, al equiparar el cero con la nada, al no considerar que parar es regenerador y que es también actividad (aunque de otro tipo). En estado de nulidad activa, el alto rendimiento es bienestar, saber estar quieto es estar atento, leer el campo es simplemente observar, y desorganizar las pautas cotidianas es también regenerar nuevos circuitos logísticos personales.
Hoy, que estamos en modo de admiración de la inteligencia artificial, el filósofo nos alerta también de que ésta sólo conoce dos estados: on & off, a diferencia de los humanos que tenemos tres; nuestro tercer estado (atrofiado y olvidado) es la contemplación, donde también hay inactividad activa al minimizarnos y asemejarnos a las plantas, animales, piedras y elementos naturales. Gran contraste con “la presión cada vez más fuerte para producir y comunicar” en un “bosque de hiperactividad que acaba en burnout” en el que somos un “animal laborans que se somete a todas las actividades humanas del trabajo”.
El autor augura que el futuro de la humanidad “no depende de los hombres activos, sino de la reactivación de la capacitad contemplativa”, es decir, de la capacidad de no hacer nada para que “el ser humano sea un conciudadano de los demás seres vivos”. Nuevo eslogan: la cargo-pereza como centro de la nueva actividad logística. Feliz verano. Nos leemos a la vuelta que seguro que será… perezosa.
Jordi Espín
jespin@transprime.es