La comunidad carguera del aeropuerto de Madrid-Barajas se siente perjudicada -en parte- por los 12 kilómetros de distancia que separan la nueva terminal del centro de carga. Sin embargo, a las inversiones obligadas en vehículos y al incremento en los tiempos de tránsito hay que contraponer el aumento de las oportunidades de negocio.
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