La patronal Atfrie logra reunir en su primer congreso en Valencia a 250 empresarios y directivos de la industria frigorífica española.
Los flotistas de transporte frigorífico encuadrados en Atfrie esperan una gran campaña de exportaciones que estará oscurecida por la falta de retornos debido a la crisis de consumo que sigue sufriendo España. La patronal logró reunir en Valencia a 250 empresarios y directivos de la industria frigorífica para debatir su marco presente y futuro
Hay esperanza. Alegría, prudencia y responsabilidad empresarial. El ánimo de los principales flotistas del transporte frigorífico, encuadrados en la patronal Atfrie, que preside José María Arnedo, es ilusionante en la génesis de una nueva campaña de exportaciones de productos hortofrutícolas a Europa, pero desalentador en cuanto a poder rentabilizar los viajes con portes de retorno, debido al parón de consumo que sigue sufriendo hoy España.
Un escenario problemático al que se unen históricos problemas del sector, que desgranaba el consultor Juan Oliveros en la asamblea de la patronal, explicando que “la intermodalidad, la demanda, el coste del gasóleo y personal, la euro-viñeta, las horas de conducción, la directiva y los descansos son elementos que afectan a la formación de costes, pero no son el problema”, afirmando que “el modelo, la atomización, el exceso de oferta, el tamaño empresarial, nuestra retención al cambio, la desunión, la competencia, la desleal, y la habitual, basada de forma única en el precio y sus consecuencias, la habilidad para inventar nuevos medios de organización del recurso trabajo, incluso un pasado exitoso en términos económicos, sí que son el problema”, concluyendo que “esto ha sido así por nuestra general pasividad”.
El transporte frigorífico ha registrado un incremento de sus costes del 68 por ciento entre 2000 y 2011, a un ritmo del 6,18 por ciento anual. El 55 por ciento corresponde al gasóleo y el 24 por ciento a gastos sociales. Por el contrario, los precios de venta crecieron un 37,23 por ciento, a un ritmo del 3,38 por ciento anual, muy similar a la inflación del período. Las pérdidas se estiman en 9.600 euros por vehículo y año, considerando exclusivamente el coste directo, según destacó Oliveros.
Y es que “la variabilidad de costes del personal (autónomos o personal propio) no puede ser el modelo de supervivencia empresarial”, afirmaba Pedro Conejero, vicepresidente de Atfrie, mientras que Isidro García, vicepresidente de la murciana Froet explicaba que “hoy estamos optimistas porque nuestros clientes se han quedado sin camiones y puede ser un año de no perder dinero, trabajando a tacógrafo riguroso”, para concluir afirmando que “estamos optimistas porque los bancos no dan dinero, sino tendríamos la marabunta en la calle”, a lo que José María Arnedo matizó que “la reducción de oferta de camiones en el mercado no ha servido para subir los precios, hay un mantenimiento y seguimos en una lucha por continuar sobreviviendo”.
La asamblea y congreso de Atfrie efectuó un amplio repaso a nuevos problemas del sector como la actualidad normativa en el transporte por carretera de alimentos y productos alimentarios, que contó con la participación de Victoria Ruíz, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, mientras que se desgranó a fondo la problemática sobre el palet de intercambio a cargo de Jean-Paul Meyronneinc, de la Unión Nacional de Transporte Frigorífico de Francia, que explicó que los transportistas galos sólo recuperan entre un 10 ó 15 por ciento de los 100 millones de euros anuales que les cuesta asumir los palets, proponiendo que “deben convertirse en prestación, no podemos perder 1,30 euros por palet”. Por su parte, Yves Mannaerts, de la federación belga, desgranó la problemática de la vuelta a casa para los conductores de transporte.
El congreso de Atfrie concluyó con la intervención del afamado, visionario y polémico economista Leopoldo Abadía, que disertó sobre la crisis, indicando a los asistentes consejos para hacer frente a la problemática económica. “Es la hora de la sensatos, de tener criterio, de ser optimistas y de ser decente”, proponiendo que “las empresas tienen que dar de sí lo mejor de si mismas, aunque las empresas no existen, existen las personas”.