Editorial  | 

Los Pirineos, ¿frontera o muralla?

España no puede conformarse con mirar cómo pasa (o no) el tren.

Entre España y Francia solo hay dos pasos fronterizos y, por tanto, dos corredores ferroviarios operativos para mercancías. Sí, dos. Los Pirineos siguen siendo una barrera casi infranqueable para los trenes, mientras los Alpes parecen un queso gruyer: túneles por aquí, túneles por allá y conexiones que hacen del cruce una rutina y no una odisea. Y lo más preocupante es que esta falta de permeabilidad lo es más por desidia política que por dificultad técnica. Parece que a nuestro vecino del norte le gusta más hablar de sostenibilidad que practicarla.

Ahora que la Comisión Europea ha abierto el melón de la revisión de sus prioridades en materia de infraestructuras, se presenta una oportunidad histórica para desbloquear este cuello de botella con dos proyectos largamente acariciados: la reapertura de la línea transfronteriza Pau-Canfranc-Zaragoza y la construcción de la Travesía Central Pirenaica (TCP).

Ambas propuestas tienen un objetivo evidente: abrir nuevos pasos entre la península ibérica y el continente, fortalecer el transporte ferroviario de mercancías, y favorecer un desarrollo económico más equilibrado en zonas que llevan décadas fuera del radar. Pero todo esto solo será posible si hay voluntad política, y no solo en España. Porque no basta con completar los corredores atlántico y mediterráneo si al llegar a la frontera las mercancías se ven obligadas a frenar en seco. Si Francia continúa haciendo lo imposible por retrasar las conexiones, poniendo palos en las ruedas -y nadie le pega un tirón de orejas- se seguirán desarrollando infraestructuras para chocar contra un muro. Un muro invisible pero muy real, levantado con cada un “no es el momento oportuno”, “ya lo estudiaremos” o “estamos trabajando en ello”. Un muro que eleva los costes logísticos, contamina más y nos aleja del modelo intermodal y sostenible que la propia Unión Europea predica.

España no puede conformarse con mirar cómo pasa (o no) el tren. Es hora de exigir y de construir Europa desde los raíles, no desde las fronteras. Es hora de preguntarse si se quiere una Europa conectada o una Europa a medias. Y si se quiere que los Pirineos sean algún día una