El cóctel que ha combinado unas expectativas demasiado optimistas y unos niveles de préstamo insostenibles deja una gran resaca en la industria del shipping, en alerta roja, que pone en grave riesgo el sistema financiero mundial. Los datos de Petrofin Bank Research son demoledores. La banca mantiene una exposición colectiva a las navieras de 475.000 millones de dólares (unos 362.000 millones de euros).
Se lleva la palma la banca alemana, con una exposición superior a los 100.000 millones de euros, sumando dos veces la deuda soberana conjunta que han comprado a Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. En román paladino, el sector es más peligroso para la salud de la economía que todos los problemas nacionales de deuda pública en la Unión Europea. La voz de alarma la ha dado Andreas Dombret, miembro del Comité Ejecutivo y responsable del Departamento de Control del Riesgo del Banco Central de Alemania (Bundesbank), que no se mordió la lengua al asegurar que “la banca no puede ser más indulgente con los armadores” y reclama que “hay que cortarles el grifo”, lo que puede suponer la puntilla para muchos armadores, en una situación crítica.
Salvando las distancias, hay que recordar que dos años después del crack del 29, en un momento en el que parecía que se estaba en la senda de la recuperación, la quiebra del banco austríaco Creditanstalt supuso la extensión de la crisis económica mundial, que cristalizó en la Gran Depresión. Es decir, un simple ‘pufo’ en un banco puede tener consecuencias sistémicas.
Cuando aún se están pagando las consecuencias del colapso en 2008 de Lehman Brothers, no estaría de más acordarse de las palabras de Napoleón Bonaparte: “aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla”. Y aprendida la lección,“sería un error posponer por más tiempo el saneamiento de los balances de las entidades”, como apunta Dombret.
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