El remozado Consejo del Transporte y de la Logística de la CEOE tuvo un arranque dubitativo. Casi medio año después de la llegada de Joan Rosell al frente de la gran patronal, este órgano consultivo seguía atascado por la falta de consenso entre sus miembros para elegir un nuevo presidente. El paso del tiempo, sin embargo, ha dado la razón a quienes apostaban por este camino para hacer valer los intereses del sector y mejorar su competitividad. La primera gran batalla, librada en el seno de la propia CEOE, no ha sido fácil. Los transportistas se las han tenido que ver, ni más ni menos, que con las todopoderosas constructoras, capitaneadas por la Seopan de David Taguas, que iba a degüello contra el sector.
La patronal de las grandes obras apostaba por la aplicación de la Euroviñeta sin más demora e intentó, en varias ocasiones, sacar adelante sus propuestas sin consenso y sin importarle que, con ello, lesionaba los intereses del sector del transporte por carretera, en una situación delicada por la crisis. La receta de Taguas era bien sencilla: subir la carga impositiva de la carretera para corregir el déficit público y dinamizar así las inversiones en infraestructuras. Finalmente, las aguas han vuelto a su cauce gracias al trabajo del Consejo del Transporte, que ha logrado corregir el discurso de las constructoras sobre la Euroviñeta, que rechazan los transportistas. Lástima que no cunda el ejemplo y otros órganos de representatividad, como el denostado Comité Nacional, no logren sumar voluntades para navegar juntos en la misma dirección, que no es otra que la defensa de los intereses del sector. Alguien debería tomar buena nota.
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