Los costes de explotación y despido de 3.000 empleados arrojan pérdidas de 30 millones de euros en el primer trimestre del año.
A pesar del aumento generalizado de sus volúmenes de transporte y de sus tarifas, las navieras Maersk Sealine y Safmarine no consiguieron obtener beneficios en el primer trimestre del año. Los costes de explotación y el despido de 3.000 trabajadores arrojaron pérdidas de 47 millones de dólares (unos 30 millones de euros), hasta marzo
La naviera danesa Maersk Sealine, líder mundial del transporte marítimo de contenedores, y su filial Safmarine, han registrado un primer trimestre positivo en volúmenes de tráfico, aunque no hayan conseguido obtener beneficios. Las razones principales son las siguientes: el fuerte aumento de los costes de explotación, protagonizados por el combustible; y los primeros resultados de su iniciativa de reestructuración “StreamLine”. Las dos compañías han transportado conjuntamente 1,7 millones de TEUs entre enero y marzo de 2008, lo que representa un aumento del 4 por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado.
Sin embargo, en la ruta entre Asia y América del Norte el volumen de contenedores ha descendido un 18 por ciento. Sobre el resto de rutas, la media de crecimiento ha sido del 11 por ciento. Las tarifas también han crecido cerca del 13 por ciento (una vez deducidos los sobrecargos de combustible), pero en los tráficos entre Asia y Europa las mismas han sufrido el lanzamiento masivo de nuevos barcos. Sin embargo, los costes de explotación siguen siendo la principal fuente de preocupación de los armadores. Maersk asegura que estos han aumentado un 65 por ciento en el primer trimestre con respecto al mismo periodo de 2007, y defiende que dicha alza no ha podido ser repercutida al 100 por cien a sus clientes.
El resultado es que la naviera cerró el primer trimestre con unas pérdidas de 47 millones de dólares, a pesar de los incrementos de volúmenes y tarifas. Asimismo, el plan de reestructuración StreamLine ha supuesto el despido de 3.000 trabajadores, y un coste asociado de 58 millones de dólares en indemnizaciones. La dirección de la compañía con sede en Copenhague mantiene un pronóstico incierto para lo que queda de ejercicio, con numerosas interrogantes en torno a la evolución de los volúmenes de transporte, las tarifas, los costes de explotación y los índices de cambio de las divisas.