La naviera danesa decidió el pasado viernes que todos sus buques que vayan a transitar por el Mar Rojo y el Golfo de Adén se desvíen hacia el sur, alrededor del Cabo de Buena Esperanza, ante la conflictividad de los ataques terroristas en la zona.
Nueva escalada de tensión e incertidumbre para la cadena de suministro en Europa. La naviera danesa decidió en la mañana del pasado viernes suspender ‘sine die’ todos sus tráficos por el Canal de Suez, “dado que el riesgo para la seguridad sigue estando en un nivel muy elevado”.
La compañía, que había decidido el pasado 2 de enero pausar todos los buques con destino al Mar Rojo y Golfo de Adén por el atentado que sufrió el buque “Maersk Hangzhou”, impactado por un misil, ha aparcado ahora su actividad en esta zona, decidiendo que “todos los buques de Maersk que vayan a transitar por el Mar Rojo y el Golfo de Adén se desviarán hacia el sur alrededor del Cabo de Buena Esperanza en el futuro previsible.
Maersk explica en un comunicado a sus clientes que habrá “un impacto potencial” en las operaciones logísticas de sus clientes, aunque las mismas han sido tomadas para “priorizar la seguridad de nuestros buques, la gente de mar y su carga”.
La naviera danesa indica que sigue esperando “una resolución sostenible en el futuro cercano”, aunque alienta a sus clientes a “prepararse” por si persisten las complicaciones en el área y, en el caso de “que haya una interrupción significativa en la red global”. La compañía señala que “al suspender los viajes a través del Mar Rojo y Golfo de Adén, esperamos brindar a nuestros clientes más consistencia y previsibilidad a pesar de los retrasos asociados que vienen con el cambio de ruta”, alrededor de 15 días de mayor navegación.
La compañía mantiene activos tres recargos por interrupción del tránsito, por temporada alta y por contingencia de emergencia, una situación que ha encarecido sensiblemente los fletes entre Extremo Oriente y el Mediterráneo, triplicando los precios del último trimestre de 2023.