El endémico problema de las mafias portuarias en el transporte de contenedores de los puertos españoles no acaba. Bilbao, Barcelona y Valencia, cunas del import-export en España, siguen siendo noticia por desmanes, sabotajes, incendios, tarifarios, atentados diarios contra la libre competencia en el tránsito de camiones. Fomento e Interior siguen sin poner nombres a la mafia y lo más sangrante, aquí no se detiene a nadie, salvo las dos actuaciones contra las Transcont de Barcelona y Valencia y el carpetazo a la investigación a Sintrabi en Bilbao.
Un archivo muy preocupante porque es el origen de todo el entramado que se vive en los puertos. Del concepto “plaza” de Bilbao al concepto “numerito” de Barcelona y Valencia, donde se han llegado a pagar 30.000 euros por un “acceso sin problemas” a los muelles.
La responsabilidad de Fomento para poner coto a la cosa y demandar a Interior una mayor investigación sobre estas mafias que salpican con atentados la libertad de empresa es diáfana.
En esto también, Magdalena Alvárez es responsable, aunque mantenga su tesis de que los puertos no son de su competencia. Lo cierto es que la amenaza, el chantaje y la coacción en el transporte portuario son una enfermedad para un negocio, el transporte terrestre de contenedores, que mueve en los tres puertos analizados 600 millones de euros.
Sólo el fin de los números será paso definitivo para iniciar el camino de destrucción de las mafias que pululan con libertad entre polígonos y muelles, ponen gasolina e incendian camiones o pinchan ruedas. El problema sigue, no sólo en los puertos, y la ley del silencio también. ¿Para cuándo el próximo camión quemado?