No corren buenos tiempos para las empresas de transporte por carretera. La crisis económica y financiera está haciendo estragos en el sector y la falta de liquidez para hacer frente a las deudas está empujando a las compañías a los procesos concursales, que se dispararon un 230 por ciento en 2008.
La situación es insostenible, pero está claro que no se puede utilizar gasolina para apagar un fuego, como pretendía Plataforma. Finalmente, aunque no gracias a la cordura, la organización aplazó el paro.
Su presidente, Manuel Núñez, aprovechó una reunión con el director general de Transportes por Carretera, Juan Miguel Sánchez, para vender, ahora, ‘la buena disposición al diálogo de Fomento’ ante los autónomos, que tienen motivos más que suficientes para sentirse egañados nuevamente.
Lo cierto es que Núñez no contaba con apoyos suficientes y es probable que siguiese los consejos de Groucho Marx: “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”.
Vamos, que es mejor que el sector piense que no tiene representatividad para parar el país, que dar el paso y disipar toda incertidumbre. El transporte por carretera está en una situación crítica y necesita organizaciones fuertes que enderecen el rumbo de una nave a la deriva.
Y es que el Comité Nacional no está a la altura de las circunstancias y, encima, en plena crisis sectorial le da un ataque de cuernos por la reunión de Fomento con Plataforma. La pregunta es obligada: ¿En manos de quién está el sector? Los empresarios, que a duras penas siguen a flote, deberían hacérselo mirar, porque, al final, ellos tienen la última palabra para elegir a sus dirigentes.
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