El miedo al sabotaje, el elevado número de intermediarios y la resignación al poderoso, que distribuye portes y comisiones, sigue formando parte del escenario del negocio del transporte de contenedores en dársenas como Valencia. Las investigaciones policiales y judiciales no parecen zanjar los comportamientos delictivos. Continúan los sabotajes y la quema de camiones.
Ese escenario está siendo utilizado por determinados agentes, que gracias a su posición de dominio sobre la carga, han instaurado una ‘política de tierra quemada’ contra el sector, que se traduce en el envío de ofertas con descuentos suculentos a transitarios. El mercado se rompe al calor de la libertad de empresa, olvidando la ética a la hora de hacer negocios.
La sobreoferta de camiones en el mercado, la presión del colectivo de autónomos, el desequilibrio import-export y la ausencia de una cultura que consolide mayor dimensión empresarial en puertos como Barcelona, Bilbao y Valencia, son problemas endémicos que ciertos intermediarios usan para su beneficio. La ventaja competitiva de la que disfrutan navieras como MSC, a través de sus consignatarias, al liderar el mercado import-export en puertos como Valencia o Barcelona, supone una reducción de precios, restando margen al resto de competidores.
Se usan intermediarios que subcontratan con autónomos y dejan fuera de juego a flotistas que no pueden competir contra la información de la naviera. El sector comenta que hay fraudes, depósitos virtuales y dumping. Para aclararlo, Fomento, Hacienda y Competencia deberían abrir una investigación sobre la contratación en los puertos. Más sombras que luces.
© 2024, todos los derechos reservados.