La falta de neutralidad tecnológica se aprecia, incluso, en la revisión de la Directiva sobre pesos y dimensiones
Un enfoque abierto es imprescindible para alcanzar la neutralidad de emisiones en nuestro sector al menor coste posible. La normativa, la fiscalidad, los estándares y las ayudas deben ser “agnósticos” desde el punto de vista tecnológico. Tanto nosotros, transportistas, como gran parte de nuestros proveedores, exigimos a la UE que no margine a priori ninguna de las opciones energéticas disponibles. En la práctica, esto significa que la propuesta de estándares de CO2 para fabricantes de vehículos pesados no sólo se decante por baterías e hidrógeno, sino también ecocombustibles La falta de neutralidad tecnológica se aprecia, incluso, en la revisión de la Directiva sobre pesos y dimensiones, que plantea que a partir de 2035 sólo los camiones cero emisiones puedan transportar 44 toneladas en operaciones internacionales para compensar la pérdida de carga útil al llevar baterías. 2035 está al caer y las baterías no parecen una opción realista para muchísimas de nuestras rutas: en 2022 apenas el 0,6% de los camiones matriculados en la UE fueron eléctricos y el Tesla Semi sólo ha conseguido, tras años de anuncios, que su mayor cliente, PepsiCo, opere 21 unidades.
Creo que esto es injusto y peligroso porque se nos exige -so pena de fuertes penalizaciones- transitar por un camino inexistente y porque se ponen en riesgo las cadenas de suministro. Una situación que estamos viendo ya en los peajes alemanes y las ZBE de ciudades españolas y europeas. Hace unas semanas ya lo apuntaba el presidente de BMW, Oliver Zipse: el motor de combustión podría quedar obsoleto en 50 años pero, mientras tanto, mantengamos a los vehículos con ecocombustibles y otras alternativas neutras en CO2 que están a nuestro alcance. Algunos eurodiputados parece que se van percatando; un atisbo de esperanza.
Ramón Valdivia
rvaldivia@astic.net