Han pasado siete años desde la Asamblea que Astic celebró en Huelva. Primera tras su salida de CETM. Allí quedaron claras las razones del divorcio. El entonces presidente de la patronal de internacional, Pere Padrosa, con un lenguaje transparente y decidido abogó por la necesidad de evolucionar hacia un modelo de empresa ajustado a los tiempos y mercados, lejos del puñetazo en la mesa, sin más argumento que “todo el mundo es malo”. Hoy, cambian los protagonistas, no queda nadie de aquel Comité Ejecutivo, mientras en otras organizaciones siguen los de siempre, por los siglos de los siglos, pero el mensaje empresarial ha calado. Se pudo constatar en la reciente asamblea celebrada en Almería. El nuevo presidente de Astic, Marcos Basante, con un discurso continuista e igual de claro y contundente, no rehuyó ningún tema caliente: modificación de la LOTT, las relaciones con los cargadores, Euroviñeta, céntimo sanitario…
Y, por supuesto, los módulos, donde quedó clara su postura: “operan como subvenciones a la atomización empresarial y la economía sumergida”, por lo que exige la eliminación de este régimen. Y es que no se entiende que las condiciones de mercado no sean las mismas. Mientras, CETM, perdida en un mar de siglas y prisionera de la Conetrans de Ovidio de la Roza, donde conviven flotistas y autónomos, continúa sin posicionarse oficialmente. Con lo fácil que sería, para una organización que se ‘autodenomina’ empresarial, decir que se supriman los módulos, que desvirtúan el mercado y el tipo de empresa, por una simple cuestión de costes. Y a partir de ahí, con el rumbo fijado, analizar la conveniencia, como muy bien se plasmó en el Comité, de establecer un período transitorio. Es evidente que en la actual coyuntura, sacar de un día para otro a los autónomos de los módulos, más ventajosos fiscalmente que la estimación directa, sería la puntilla del sector. Pero lo que no puede ser es estar en misa y repicando.