El transporte por carretera vive en constante agonía. Siempre pañuelo en mano y lágrimas en los ojos, mientras cuenta sus miserias allá por donde pasa, con un discurso anacrónico. Es cierto que los transportistas, primeros en sufrir los efectos de la crisis, las están pasando de todos los colores. Pero al final, pasa como en el cuento, tanto decir que viene el lobo, que cuando ocurre nadie va al rescate. El último episodio de esta tragicomedia perenne en la que se ha instalado el sector, del que dimos cumplida información en la anterior edición, tuvo lugar en la sede de Fomento durante la reunión del Comité Nacional con la ministra Ana Pastor. Uno a uno, todos los prebostes de la carretera lloraron sus penas, con alocuciones inconexas y repetidas, en algunos casos, fiel reflejo del circo en el que se ha convertido el que se supone que es el máximo órgano de interlocución del sector ante la Administración.
¡Un disparate! Hace ya tiempo, con la llegada de Pere Padrosa al frente de Astic, que entró un soplo de aire fresco en la carretera. Y es de agradecer que cunda el ejemplo. Su sucesor, Marcos Basante, que recientemente organizó un encuentro con la prensa, no le va a la zaga y también se ve que tiene las ideas claras. Sin pelos en la lengua, pero con un lenguaje ilusionante, empresarial y por momentos, apasionado, llamó a las cosas por su nombre y no rehuyó ningún tema, por espinoso que fuera. En su agenda ha marcado en rojo el lograr la declaración del transporte por carretera como sector estratégico. Una batalla contra molinos de viento, para la que necesitará más de un fiel escudero para salir victorioso. Desde aquí, la mejor de las suertes.
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