Fernando José Cascales Moreno. Asesor jurídico y empresarial del transporte.
“Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Con estas históricas palabras reconocía Churchill el sacrificio de los pilotos de la RAF y su defensa en 1940 de la amenaza nazi. Y con estas mismas palabras me refiero a los empresarios del transporte de viajeros y de mercancías por carretera, así como a cuantos trabajan en este esencial sector, muy especialmente a los conductores
Ha tenido que sufrir el mundo esta fatal pandemia global para que se valore por la sociedad la importancia de estas empresas, cuyo día a día es muy duro y constituyen uno de los principales motores de la economía. Así, si los servicios en autobús y los taxis garantizan la movilidad de las personas, las empresas de transporte de mercancías y autónomos del sector, aseguran nada más y nada menos que el abastecimiento de toda clase de productos, y entre ellos los más fundamentales.
En un entorno como el de España, de carencia de equipos de protección y de desinfección, y con unas cifras alarmantes de contagios y fallecidos, no es exagerado resaltar que el comportamiento del transporte por carretera es heroico, lo que más allá de cualquier otra consideración sobre la pandemia, su gestión pública y sus efectos, se debe de resaltar.
Cuando hoy en día tanto se habla de una liberalización incluso ilimitada o sin control del régimen concesional, me pregunto: ¿Qué hubiera sucedido si no existieran esta clase de servicios con obligaciones de servicio público -OSP-? Y cuando los costes del gasóleo suben desmesuradamente, sin que los transportistas puedan repercutir en los costes, siendo un sector claramente deflacionista, aún hay discursos que proponen nuevos peajes e impuestos. O bien como en el momento actual, en el que las consecuencias de gestión de la pandemia dificultan hasta lo imposible que los camiones puedan regresar cargados, con lo que al ser los retornos en vacío y no subirse los precios, se está trabajando en más ocasiones de las deseables por debajo de coste.
Es por ello que siendo un sector estratégico y esencial, estas características aparecen en esta crisis más visibles que el Sol. Pero pondero que si verdaderamente se tuviera en la debida consideración al transporte por carretera, se tenían que haber decretado ya medidas específicas mucho más contundentes de ayudas a estas empresas y autónomos del sector, independientemente de su volumen de facturación. Este descomunal y épico esfuerzo debería de tener unas compensaciones que no tiene, como igualmente puedo y debo referirme a los miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado, militares, sanitarios y cuantos atienden día a día los servicios esenciales con riesgo de su propia vida. Primemos, pues, los sectores y actividades no solo estratégicos, sino esenciales para la vida: transporte, sanidad y seguridad. La nueva denominación del Ministerio, como de Transportes, no ha de quedarse solamente en un cambio de nombre; han de cambiarse muchas aptitudes y demostrar con hechos las intenciones; facta non verba (hechos no palabras).
Es en este orden de cuestiones, que en un país con tan altísimo número de políticos, liberados sindicales, organizaciones inservibles con toda clase de subvenciones, etc., es de esperar que entre las medidas de reactivación de la economía que han de ponerse en marcha, se priorice y no suceda como hasta la fecha, en el que un porcentaje de vivos, que al final son cientos de miles, absorben de los presupuestos lo que en justicia y buena lid debiera de ir a otras atenciones. El esfuerzo ha de ser compartido y por ello ha de empezar por una drástica reducción de todo este “personal político”, que en su mayor parte en estas tristes circunstancias nadie sabe dónde está, ni qué hace.
De momento, al menos que brille el heroísmo y capacidad de sacrificio de empresarios y trabajadores del sector, que junto con los sanitarios, personal de seguridad, militares, y otros empleados de servicios básicos, están sosteniendo a nuestra patria en un momento tan difícil que no tiene antecedentes.
Por todo ello termino como he empezado: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”.