Para reconstruir el país no solo hay que sentarse a esperar limosna pública, es necesario ser partícipe del cambio
Después de más de dos meses de temor en la batalla por vencer al virus, empezamos a vislumbrar la llegada de lo que vendrá a denominarse “nueva normalidad”. Cuando echamos un vistazo a lo que nos deparará el futuro no aventuramos grandes esperanzas. Los indicadores económicos muestran una importante caída de la demanda, tanto interna como externa, que incide directamente en la producción y el empleo, reduciendo la renta de las familias que, dadas las circunstancias, dejan de consumir, generando una espiral de decrecimiento económico que hay que intentar revertir cuanto antes.
El sector transporte, como muchos otros, se ha visto afectado por la situación. Al fin y al cabo, su actividad se encuentra íntimamente ligada a la producción y el consumo de bienes en nuestro país, así como a la importación y exportación. A ello hay que sumar el impacto que las restricciones a la movilidad están generando. Ante esta situación todos los sectores, el transporte entre ellos, apuntan a los gobiernos en sus diferentes ámbitos (autonómico, nacional y comunitario) para que ayuden a las empresas a sobrevivir la tormenta. Destruir el sector para empezar de cero, aparte de no ser eficiente, crearía tensiones sociales insoportables.
Es cierto que el gobierno tendrá que contribuir a amortiguar los efectos negativos, lo que a su vez implicará un desequilibrio fiscal que llevará a que todos, de una u otra manera, tengamos que apretarnos el cinturón. Al margen de ello, no podemos confiar solo en las ayudas del gobierno. Los momentos de crisis son también momentos de creatividad, oportunidades y reformas.
El transporte de mercancías en España tiene importantes problemas estructurales derivados de la atomización, falta de innovación, retraso en la incorporación de nuevas tecnologías y una competencia predatoria que hace que la industria sea ineficiente y débil en la negociación con otros sectores. Es el mejor momento para que todos los que puedan contribuir (gobierno, empresas, clientes…) se planteen qué sector quieren en el futuro. Para reconstruir el país no solo hay que sentarse a esperar limosna pública, es necesario, además, ser partícipe del cambio; no solo por nuestro interés, sino por el de muchas familias que están sufriendo en España.
José Manuel Vassallo
jvassallo@caminos.upm.es