El Comité Nacional del Transporte por Carretera sigue mandando señales inequívocas de que necesita ‘renovarse o morir’. El último episodio esperpéntico ha sido la presentación a Fomento de una batería de propuestas –casi medio centenar- con las principales exigencias del sector. Hasta aquí, nada que reprochar. Transportistas, operadores logísticos, agencias, transitarios y demás actores, reunidos en torno al Comité, debaten y concretan medidas para mejorar la competitividad del transporte. Algo lógico y normal. El problema de fondo es el cómo se ha vuelto a recorrer este camino hacia ninguna parte. El origen de este nuevo déjà vu se remonta a la reunión con la ministra Ana Pastor el 10 de septiembre, fecha marcada en rojo en el calendario de los transportistas, encantados de pisar ‘alfombra roja’. El encuentro, sonado por el plante de Pastor, que regresó ipso facto para apagar el incendio que había generado su marcha, se cerró con la creación de cuatro grupos de trabajo para concretar las necesidades urgentes. Un cierre de sesión que dejó en el ambiente esa sensación de “si quieres que algo no funcione, crea una comisión”. Dicho y hecho. Pese a las ‘urgencias’ del sector, los grupos, que plasmaron sus conclusiones en un documento, no se reunieron hasta casi un mes más tarde. ¿Novedades? La verdad, ninguna. Se trata básicamente de una recopilación de las demandas planteadas por el Comité en estos últimos años. Es decir, para este viaje no hacían falta alforjas. No se puede seguir mareando la perdiz. Es hora ya de atacar los problemas de frente. El tiempo corre y el goteo de empresas abocadas a echar el cierre no para.
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