Solo por el lucro cesante, las compañías aéreas dejan de ingresar 70 millones de euros diarios y las de handling hasta 4 millones.
El plante de los controladores, producido en plena temporada alta del transporte aéreo de mercancías, ha afectado gravemente al sector. Solo por permanecer inactiva la flota, las aerolíneas dejan de ingresar 70 millones de euros al día. Los operadores de handling calculan unas pérdidas de entre tres y cuatro millones diarios
El plante de los controladores aéreos durante casi dos días a principios de diciembre ha sentado como un jarro de agua fría para un sector que empezaba a recuperarse. Como en pasajeros, el paro se produjo en plena temporada alta para el transporte aéreo de mercancías. Aunque las pérdidas para el negocio exclusivamente carguero no se han cuantificado, el perjuicio económico ha sido enorme, según las fuentes consultadas por este periódico.
“No hemos valorado definitivamente las pérdidas porque todavía estamos saliendo del proceso de reordenación de los vuelos”, aseguraba, al cierre de esta edición, Juan Luis Burgué, gerente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).
Solo por permanecer inactiva la flota aérea (el lucro cesante), de aerolíneas españolas y extranjeras que operan en nuestro país, las compañías dejan de ingresar 70 millones de euros diarios, según los cálculos de esta asociación. Cifra a la que habría que sumar los gastos por las medidas extraordinarias aplicadas y los costes de los vuelos que no han podido retomarse, entre otros.
Por su parte, la organización que agrupa a las aerolíneas exclusivamente españolas, Aceta (Asociación de Compañías Españolas de Transporte Aéreo), calcula que el plante de los controladores ha provocado a sus asociadas pérdidas de entre 30 y 40 millones de euros. Y ello sumado a los meses previos de conflictividad laboral de los controladores, el montante de las pérdidas se eleva a 100 millones de euros, cifra que ha anunciado que reclamará a Aena.
Otro sector afectado por el cierre del espacio aéreo español es el del handling. “Ha supuesto un deterioro muy importante, más teniendo en cuenta que venimos de tres años de descenso del número de vuelos y, por lo tanto, de la actividad de handling”, señala Gregorio Abad, gerente de la Asociación de Empresas de Servicios de Asistencia en Tierra en Aeropuertos (Aseata).
Este sector no ha hecho una cuantificación exacta de las pérdidas, “pero si tomamos como referencia los costes por la cancelación de vuelos que provocaron las cenizas del volcán islandés, estamos hablando de entre tres y cuatro millones de euros al día”, para un sector que factura entre 800 y 900 millones de euros anuales en nuestro país y cuyo volumen de negocio ha bajado el 16 por ciento en los últimos tres años.
Otro colectivo perjudicado de lleno ha sido el transitario. “Lo que ha pasado es una grave irresponsabilidad de los controladores y del Gobierno”, señala Enric Ticó, presidente de Feteia. Aceta era la única asociación que había decidido, al cierre de esta edición, exigir responsabilidades. Reclamará a Aena los 100 millones de euros de pérdidas por la vía administrativa “para llegar a un acuerdo entre proveedor (Aena) y cliente (Aceta) por la mala calidad del servicio prestado”.
Los gabinetes jurídicos de algunas compañías aéreas también estudian presentar demandas individuales. Es el caso de Lufthansa Cargo, una de las más perjudicadas en el negocio de la carga al tener programado un vuelo de Jade Cargo (comercializado por la aerolínea alemana), procedente de Asia, que debía aterrizar en El Prat y tuvo que hacerlo en Francfort. Ello originó el consiguiente sobrecoste de tener que trasladar las mercancías en camión hasta Barcelona.
“La situación ha sido catastrófica”, no solo por los pasajeros o las mercancías que se quedaron en tierra. Además, “se rompieron las rotaciones de los aviones y de los pilotos”, asegura Frank Nozinsky, responsable para la zona sur e islas de Lufthansa Cargo. La mercancía que viajaba en la bodega de los vuelos de pasajeros de la aerolínea alemana que fueron cancelados en el aeropuerto de Barcelona no salió hacia su destino hasta dos días después de que se normalizara la situación.