Por probar, no se pierde nada

Cataluña se ha convertido en banco de pruebas de controvertidos asuntos en materia de transporte por carretera que llevan años planeando sin que la Administración central haya tomado cartas en el asunto.

Léase permitir la circulación, bajo unos condicionantes, de los vehículos de hasta 44 toneladas, anunciar la Euroviñeta para el año que viene en el Eje Transversal y, ahora, probar los megacamiones de 25,25 metros.

No es una casualidad que ocupe Pere Padrosa la dirección general de Transportes y Movilidad de la Generalitat, ex presidente de Astic y uno de los históricos del sector. Cuando todavía era el máximo responsable de la patronal de transporte internacional, Pere Padrosa ya se mostraba favorable a “abrir un debate sin miedos y serio” en el seno del sector sobre la utilización de los megacamiones de 25,25 metros y 60 toneladas.

Abogaba por “no dejar en una situación de tremenda comodidad política la indefinición de la Administración”. No se abrió el debate y la Administración central sigue en la tremenda comodidad política de la indefinición, los actuales responsables y sus antecesores en el cargo.

Mientras, cargadores y algunas empresas de transporte siguen reclamando, y ya llevan unos cuantos años, que se ensayen los megacamiones por su probada reducción de costes e incremento de la productividad que significan.

Al final, será Cataluña quien pruebe los megacamiones en pleno debate sobre la modificación de la normativa estatal de pesos y dimensiones. Una prueba muy limitada, tanto en número de vehículos como en corredores por donde podrán circular.

La experiencia piloto de las 44 toneladas, en vigor desde enero, ha demostrado que no se han cumplido los vaticinios catastrofistas de los que se oponían frontalmente a la medida. De hecho, no ha tenido gran repercusión, se hacen unos 1.000 viajes al mes, de los que sacan rédito tanto los cargadores como sus proveedores de transporte. Por probar, no se pierde nada.