Anesco, que trasladó el 31 de octubre la “crítica situación” por la que atraviesa la actividad portuaria en la Ciudad Autónoma, cuyo tráfico sigue en caída libre, aún espera una respuesta.
Las reivindicaciones de Anesco, que exige al Gobierno un plan urgente para impulsar la actividad del puerto de Melilla, cuyo tráfico continúa en descenso, han caído en saco roto.
Pese al compromiso de Puertos del Estado a dar una pronta respuesta para hacer frente a la “crítica situación”, tras el encuentro celebrado el pasado 31 de octubre con un equipo de representantes de la patronal de la estiba, que dirige Pedro García, el Ministerio de Fomento, casi veinte días después, sigue sin dar señales de vida.
Fuentes de la organización empresarial reiteraron a TRANSPORTE XXI la “urgente necesidad” de que el organismo portuario que preside Ornella Chacón “tome cartas en el asunto”.
La cuestión no es baladí. El pasado mes de septiembre, el tráfico de mercancías en el puerto de Melilla cayó otro 25 por ciento. Un porcentaje que supera el 40 por ciento en el caso de los contenedores. En el acumulado anual, el recorte se sitúa en el 26 y el 38 por ciento, respectivamente. Una situación que en opinión de Anesco responde a “decisiones y razones de índole administrativa, ajenas al mercado”.
Desde la asociación apremian a Fomento a buscar una solución, ya que “las consecuencias en la actividad económica y el empleo de las empresas prestadoras de servicios portuarios, transitarios y transportistas serán irreversibles”.
Como ya publicó este periódico, el origen de la crisis se remonta a mayo del pasado año, cuando la Delegación del Gobierno español en Melilla implantó una nueva organización del tráfico fronterizo en la Ciudad Autónoma. Desde entonces, se ha producido una importante pérdida de la actividad portuaria en este enclave, que ha hecho encender todas las alarmas en el sector.
Una situación que se agudizó tras el cierre de la aduana comercial desde el pasado mes de julio, adoptada de forma unilateral por el Gobierno de Rabat, por la que únicamente se permiten despachar para la importación las mercancías descargadas en el vecino puerto de Nador. Como consecuencia de esta decisión, se ha bloqueado la entrada de productos exportados desde Melilla hacia Marruecos.
No es un tema menor. Operadores consultados por este medio calculan que el cierre de la aduana podría recortar otro 10 por ciento más el tráfico de mercancías en el puerto melillense.