El transporte por carretera continúa mostrando una impresionante capacidad de adaptación ante fluctuaciones económicas, cambios regulatorios y desafíos logísticos
A Víctor Küppers, uno de los conferenciantes más prestigiosos y solicitados en el mundo empresarial, no le gusta hablar de “problemas”, sino de “circunstancias a resolver”. Una visión optimista y seguramente acertada de cómo debemos enfrentarnos a los desafíos que se nos plantean. Nuestro sector actualmente tiene varios frentes abiertos: objetivos y plazos demasiado ambiciosos -por no decir “utópicos”- para acometer su transición energética; la acuciante falta de conductores profesionales; el alud regulatorio que genera en nuestras empresas transportistas una enorme incertidumbre y frena su competitividad; la excesiva fragmentación de un sector en el que operan más de 100.000 compañías; y unos costes que no paran de crecer y que aún se incrementarán más con los peajes por emisiones de CO2 que ya se están extendiendo por todo el territorio comunitario. A lo que recientemente habría que añadir el complejo contexto que dibujan las tensiones geopolíticas; la poca predisposición del actual Ministerio de Transportes para interactuar con el sector; y los reveses socio-laborales que han supuesto el Real Decreto que da prioridad a los convenios autonómicos sobre el estatal y la intención del Gobierno de reducir la jornada laboral a 37,5 horas a la semana.
No puedo ignorar que este abultado rosario de “circunstancias a resolver” ejerce una enorme presión sobre nuestro sector, al que sin embargo le diagnostico buena salud. Y no creo pecar de exceso de optimismo, prueba de ello es que las matriculaciones de camiones en mayo crecieron por encima del 25% y se dispararon un 17,3% en el acumulado de los cinco primeros meses, pese a que persisten los plazos de entrega elevados.
Son ya muchos los contratiempos que durante décadas ha tenido que capear el transporte por carretera, un sector resiliente familiarizado con la fórmula “hacer + con -”. Momentos convulsos en los que cobran más sentido conceptos como “colaboración” e “innovación”, dos “remos” indispensables para navegar por aguas tumultuosas. Colaboración a dos bandas: entre los propios operadores de transporte; y entre los transportistas y sus clientes -los cargadores-. Algunos proyectos que la ilustran son ‘El Conductor Al Frente’ o Truck Friendly Movement, en los que tenemos el honor de participar activamente.
En tiempos revueltos como los que atravesamos la otra palanca para no perder competitividad es la innovación. Tres ejemplos: el eCMR, que según parece, será obligatorio a partir de enero de 2026 (puedo presumir de ser pionero en este asunto, allá por 2016 cuando presentamos esta aplicación digital al entonces Ministerio de Fomento); el tacógrafo digital de segunda generación, que deberá formar parte del ADN de todos los vehículos de más de 3,5 t. que realicen transporte internacional a partir del 31 de diciembre; y no quiero olvidar el Foro de Innovación, una iniciativa que acabamos de presentar recientemente en Bilbao y que busca impulsar proyectos innovadores para la transformación digital del sector de la mano de Foro de Logística.
El transporte por carretera continúa mostrando una impresionante capacidad de adaptación ante fluctuaciones económicas, cambios regulatorios y desafíos logísticos. Una fortaleza y resiliencia que demuestra, una vez más, que es un sector muy bien posicionado para seguir siendo un pilar fundamental de nuestra economía y conectividad y es que lo que no es sostenible, sin duda, es nuestro modo de vida sin contar con un transporte eficaz y eficiente.
Ramón Valdivia
rvaldivia@astic.net