La incertidumbre política mundial y los elevados tipos de interés apuntan a una ralentización de la economía
Acabamos de empezar un nuevo año que no será fácil para el transporte de mercancías por carretera en España. El sector tendrá que afrontar importantes retos e incertidumbres. El primero viene de la escalada de costes proveniente de la inflación global, de los todavía elevados precios del carburante, y de la subida de las cotizaciones sociales. A este factor se suma la falta de profesionales que quieran dedicarse a trabajar en el sector, lo que amenaza generar una presión al alza en los costes laborales. El incremento de costes siempre ha sido un problema para un sector con tan poca capacidad de negociación frente a los cargadores.
En el lado de la demanda las perspectivas tampoco son optimistas. La incertidumbre política mundial y los elevados tipos de interés apuntan a una ralentización de la economía que probablemente lleve a un crecimiento inferior al deseado. Esta situación se puede acentuar si se cumplen las previsiones macroeconómicas de la Unión Europea que apuntan a una situación de estanflación.
Gran incertidumbre viene también de la presión que las autoridades públicas, la UE y España, están imponiendo al sector para acelerar la transición energética. Optar por vehículos eléctricos y de hidrógeno supone todavía un coste (de inversión y gestión de la flota) inasumible para la gran mayoría de los transportistas, que se ven entre la espada y la pared de los instrumentos fiscales que tiene en su agenda Europa para penalizar a los vehículos de combustión y beneficiar al ferrocarril con ‘ecoincentivos’. A pesar de esta situación, tenemos que confiar en la capacidad que el sector ha demostrado desde hace años para superar las adversidades y convertirlas en oportunidades. 2024 será con toda seguridad un año de oportunidades para el sector.
José Manuel Vassallo
josemanuel.vassallo@upm.es