Parece que los mercados bursátiles no han quedado muy satisfechos por los resultados financieros del tercer trimestre del año. Primero fue Volvo el que veía como la cotización de sus acciones bajaba hasta un 2 por ciento en la bolsa de Estocolmo al publicarse las cuentas de dicho trimestre que incluso superaban las expectativas de los expertos.
Ahora, le ha tocado el turno a Scania, que pese a registrar un avance del 38 por ciento en sus ingresos y del 728 por ciento en sus beneficios netos en el tercer trimestre de 2010, ha visto cómo sus acciones se desmoronaban un 5 por ciento. La facturación de Scania en los nueve primeros meses del año en curso fue de 6.077 millones de euros, un 27 por ciento más que en el mismo plazo de 2009, siendo sus beneficios netos de 666 millones, muy por encima de los 33,5 millones conseguidos en 2009.
Y sin embargo, eso ha parecido muy poco a los analistas, que esperaban que la facturación de Scania durante el tercer trimestre de 2010 estuviese por encima de los 2.182 millones de euros y se han encontrado con sólo 2.025 millones. En el conjunto de los nueve primeros meses de 2010, Scania entregó 43.459 vehículos en todo el mundo, frente a los 29.690 que había entregado en el mismo plazo del año previo.
Sin embargo, Leif Östling, presidente ejecutivo de Scania, vino a reconocer que la cifra de entregas podía haber sido mayor, cuando, a modo de disculpa, explicó a los periodistas que existía el peligro de que el ritmo de crecimiento que estaba imprimiendo Scania a su producción de camiones no pudiera ser seguido ni por algunos proveedores ni por los fabricantes de carrocerías, lo que impediría al constructor sueco atender con suficiente velocidad su cartera de pedidos, en la que habían entrado 52.452 nuevos pedidos, un 110 por ciento más que en los nueve primeros meses del pasado ejercicio.