El impulso de unir esfuerzos empresariales para ser más fuertes no está muy extendido en nuestro país
Se acabó el peaje en Guipúzcoa. Al menos, por ahora. Porque la Diputación guipuzcoana ya ha anunciado una tercera norma foral; una tercera intentona para satisfacer su afán recaudatorio a costa de los camiones que circulen por la N-I y la A-15 desde o hacia destinos europeos. Y encima amplía el “territorio sancionado” de 19 a 76 kilómetros.
Primero en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y más tarde en el Tribuna Supremo, la Justicia nos ha dado la razón, en dos ocasiones en cada tribunal. A pesar de ello, han aplicado toda la lentitud de la que es capaz la Administración pública para seguir cobrando. Pero se acabó.
Este es un ejemplo muy visible de la labor que realizamos las asociaciones que representamos a las empresas transportistas. Gracias a este trabajo reivindicativo, este es un sector que cuenta con normativa tan exclusiva como, por ejemplo, las Juntas Arbitrales (“tribunales” específicos para dirimir cierto tipo de litigios entre transportistas o entre estos y el colectivo de los cargadores).
Esta industria también dispone de una “Acción Directa” tan potente que le permite exigir el pago de cantidades no percibidas tras realizar un servicio de transporte a cualquiera de los componentes de la cadena de subcontratación sin que quepa alegar que ya se abonó. Ningún otro sector cuenta con un instrumento legal de estas características para combatir los impagos.
Además, con la actual reforma de la LOTT será el único en España que cuente con un régimen sancionador para hacer efectiva, de verdad, la Ley Contra la Morosidad, que establece el límite máximo de 60 días para pagar un producto o servicio.
Estas conquistas y muchas otras, en el ámbito doméstico e internacional, se logran gracias a la labor de las asociaciones que, lógicamente, deben contar con el respaldo de las empresas a las que defienden. El impulso de unir esfuerzos empresariales, para ser más fuertes y, por tanto, conseguir que nuestras reivindicaciones sean más efectivas, no está muy extendido en nuestro país y, me atrevo a decir, que aún menos en nuestro “mundillo”. Sirvan estos ejemplos para animar a quienes se benefician de las “victorias” sin contribuir a que cambien de actitud. Nos va mucho en ello.
Ramón Valdivia
rvaldivia@astic.net