Las carreteras europeas son arterias vitales de la economía, y garantizar la seguridad de quienes las recorren debería ser una prioridad.
La falta de seguridad en las carreteras, ante el alarmante aumento de robos a camiones, se ha convertido en una de las principales causas que dinamitan las posibilidades de sumar más profesionales a esta actividad. Y es que este fenómeno no solo provoca pérdidas millonarias que ponen en riesgo la viabilidad de las empresas de transporte, y a la economía en general, sino que amenaza la seguridad de los conductores. Mientras, las instituciones siguen sin pegar un puñetazo en la mesa.
La cuestión no es baladí. En los últimos tres años, el incremento de este tipo de actos delictivos ha crecido un 12 por ciento en España, según datos del sector asegurador, adelantados en el marco de una reciente jornada on line organizada por la Asociación de Cargadores de España (ACE). El número de robos de carga registrados en la zona EMEA (Europa, Oriente Medio y África) superó los 50.000 en 2023, lo que se traduce en una media de 140 robos diarios. Las pérdidas anuales en Europa se estiman en 8.200 millones de euros.
La Unión Europea, consciente de este problema, ha comprometido inversiones de más de 300 millones de euros para la construcción de aparcamientos seguros para camiones; infraestructuras, con vigilancia 24/7 y controles de acceso, que son esenciales para mitigar los riesgos. Sin embargo, el progreso es lento y el presupuesto se queda muy corto. Actualmente, menos del 3 por ciento de las áreas de descanso en Europa cumplen con los estándares de seguridad, según un estudio de Bruselas de 2019. Una cifra ridícula. Los transportistas no pueden seguir siendo víctimas de la inacción política. Las carreteras europeas son arterias vitales de la economía, y garantizar la seguridad de quienes las recorren debería ser una prioridad.
El retraso en la implementación de estas medidas no solo refleja una desconexión entre las instituciones europeas y la realidad de los conductores, sino que también demuestra falta de voluntad. Es hora de pasar de las palabras a los hechos. Invertir en seguridad no es solo una cuestión de ley para los transportistas, sino también una medida estratégica para proteger el comercio y la estabilidad económica de Europa. Los camiones no pueden seguir siendo fortalezas vulnerables en movimiento.