Los puertos españoles han ganado 25 millones de metros cuadrados entre 2006 y 2015, tras una inversión próxima a los 7.560 millones. Y la expansión continúa. La pregunta es obligada: ¿Fortaleza para seguir creciendo o sobrecapacidad?
El Tribunal de Cuentas lo tiene claro y se ha mostrado muy crítico con el actual modelo de planificación de las nuevas infraestructuras. Pone el foco en la autonomía de gestión de las autoridades portuarias, lo que dificulta una política estatal “clara y definida”, que ha provocado un “exceso de capacidad”. La receta, bien sencilla: “más control” y “estudios realistas”.
Es evidente que en algunas de las últimas ‘grandes obras’ portuarias ha habido fallos estrepitosos, pero también aciertos. Las actuaciones se acometen para que se desarrollen a largo plazo. Sólo hace falta mirar la evolución del actual sistema portuario, que en sus 25 años de vida ha duplicado sus tráficos hasta superar los 530 millones de toneladas en 2017, según las previsiones de Fomento, lo que supondrá un nuevo récord histórico. Es más, todos los grandes actores del negocio, Maersk, MSC, CMA CGM, Cosco y compañía, llegaron a nuestros muelles para quedarse. Pero España no puede dormirse en los laureles. Quedan grandes retos, como acabar la reforma de la estiba para ser aún más competitivos y, sobre todo, se requiere mayor integración intermodal, con medidas destinadas a mejorar el ferrocarril y a promocionar las actividades logísticas. Y ahí lleva razón el tribunal. Es la gran asignatura pendiente para que España, de verdad, se afiance como área estratégica en el comercio internacional y como plataforma del sur de Europa.