La ministra tendrá que poner en valor las actuales infraestructuras y los servicios de un sector estratégico que recibe con escepticismo la pérdida de su Secretaría de Estado.
El reto de Ana Pastor como ministra de Fomento, cuyo nombramiento ha sido una “sorpresa” para el sector, es gestionar la austeridad en la inversión en obra pública, haciendo malabarismos con un presupuesto que sufrirá aún más recortes, y poner en valor las actuales infraestructuras y los servicios que dependen de su negociado.