Las arcas de los puertos están repletas, con más de 1.500 millones de euros en los bancos, un dinero que espera ser invertido en la mejora del sector, de la logística y el transporte en España.
El futuro Marco Estratégico que prepara el organismo Puertos del Estado, y que tendrá que ser ampliamente discutido con las autoridades portuarias y las patronales del negocio, deberá abrir el melón de las tasas y tarifas portuarias. ¿Seguirán siendo un tributo del Estado o la Administración dejará que las instalaciones tengan un sistema de precios máximos?
En el debate abierto de las tasas subyace el modelo portuario que España tendrá que tener en los próximos años. Puertos públicos, autonómicos, privados, de gestión mixta, de explotación privada… En la discusión, todo es posible, siempre que se cumpla la Constitución de 1978 que salvaguarda el interés general del sistema portuario. Lo cierto, y lo que demanda el negocio, es que hay que introducir esquemas de abaratamiento, de reducción de los importantes márgenes financieros con los que están trabajando en la actualidad la mayoría de las autoridades portuarias.
Las arcas de los puertos están repletas, con más de 1.500 millones de euros en los bancos, un dinero que espera ser invertido en la mejora del sector, de la logística y el transporte en España. El mejor dividendo que puede aportar un puerto a la sociedad es la utilidad, rebajar los costes de la cadena de suministro y permitir que España sigue siendo un punto de escala para los grandes navieros mundiales, como lo es hoy. Por eso, el melón abierto de las tasas se cruza con el de la competitividad de los servicios portuarios, donde el sector demanda soluciones y energía gubernamental a la hora de poner orden legislativo en las actividades marítimo-portuarias.
No solo hay que liberalizar, hay que mejorar la competencia interna, dotando a los puertos de mayor flexibilidad a la hora de gestionar los recintos. Se abre un nuevo paradigma. De la voluntad de todos deberá nacer un sistema portuario para el futuro. Son tiempos duros, con una crisis que devora cuentas de resultados, pero que abre una oportunidad para ser mucho más competitivos.