Un coste económico que no siempre es correspondido por unos precios que no están en la línea de otros países de nuestro entorno
Ya nadie le puede negar a la logística y el transporte de mercancías su carácter netamente tecnológico. Es un sector en el que la innovación y las nuevas tecnologías juegan un papel cada vez más determinante. Una auténtica transformación digital que tiene baluartes tan conocidos como la robotización, la inteligencia artificial, el blockchain, el big data, etc. Los requerimientos tecnológicos de los clientes del sector son cada día más frecuentes y este consigue ofrecerles respuesta. Aunque no siempre se tenga claro que, como señalan los expertos, “la transformación digital no se compra, se suda”.
No se trata de poner el acento en la tecnologías y ya está, sino de saber conjugar su utilización en el negocio. Hablamos de un estadio superior. Hoy es imposible ofrecer un servicio adecuado a las necesidades de la mayoría de los clientes del sector si no se les ofrece una información al minuto, por ejemplo. Se trata de sacarle el máximo rendimiento a la tecnología, es decir, que tenga una verdadera utilidad. Mucho esfuerzo, en definitiva. Sudor acumulado durante los 90 minutos de una particular final de un Mundial.
Lamentablemente, de nuevo volvemos a chocar con una situación actual de mercado que a todos nos gustaría que fuera diferente. Nos gustaría que este tremendo esfuerzo que están asumiendo las empresas del sector les fuera realmente reconocido. Muchas empresas de transporte y logística tienen que hacer malabarismos para conjugar el esfuerzo inversor en tecnologías con un umbral de rentabilidad tirando a escaso, siendo prudentes a la hora de valorarlo. En algunos nichos de mercado, como el de la paquetería, el auge del comercio electrónico ha empujado a las empresas a multiplicar si cabe los esfuerzos en su dotación tecnológica. Un esfuerzo y un coste económico que no siempre es correspondido por unos precios que no están en la línea de lo que sucede en otros países de nuestro entorno.