El director del Servicio Catalán de Tráfico, Josep Pérez Moya, ha asegurado que la velocidad variable, que se empezó a aplicar en enero en dos de las principales vías de entrada a la ciudad de Barcelona, la C-31 y la C-32, está cumpliendo las expectativas ya que se reducen las congestiones.
Se trata de una medida polémica, cuestionada por los transportistas, que dudan de la efectividad de la misma. La velocidad variable es un nuevo sistema de gestión del tráfico que comporta que los conductores tengan que adaptar la velocidad entre los 80 y los 40 kilómetros por hora en función de factores como la contaminación, la congestión o los accidentes.