La estabilidad del transporte de contenedores por carretera en puertos como Valencia y Barcelona lleva meses amenazada. La incertidumbre sobre el comportamiento de los tráficos import-export y el exceso de oferta, el gran número de camiones en el mercado, han lastrado un primer semestre en un sector labrado en “la cultura del navajazo” y no en un ámbito empresarial moderno e innovador donde predomina la gestión de una cuenta de resultados, la flexibilidad y la talla empresarial.
No fue sorpresa que en ambos puertos se produjeran paros de autónomos como consecuencia de un aumento de la morosidad de transitarias y consignatarias en sus pagos por los servicios de transporte. Sorpresivo fue que patronales del sector secundaran estos paros e indignante que “empresarios” los lideraran en silencio, mientras otros sufrían un nuevo chantaje de un colectivo, marcado por su pasado, bloqueando los accesos a las terminales portuarias.
Semanas después, mientras en Barcelona se recompone el entramado de Transcont tras la multa de Competencia, en Valencia se mostraba con un simple comunicado “una paz artificial”, ante las exigencias de la Autoridad Portuaria de poner fin a las malas prácticas, tanto por morosidad, comisiones ilegales y dumping. Todas las asociaciones del sector del transporte, los transitarios y los consignatarios consideran ahora imprescindible “un marco estable de competencia leal y responsabilidad empresarial”.
Hay incógnitas en el aire. ¿Existen tarifas de referencia en el sector? ¿Por qué no ha actuado Competencia en Valencia? ¿Cobran los transitarios comisiones abusivas? ¿Ha cesado la presión de Transcont porque la suiza MSC está cediendo trabajo a la cooperativa de autónomos? Y la gran pregunta, ¿son válidos los compromisos adoptados el pasado 13 de mayo de 2010 entre todos los actores de la cadena de la logística del contenedor en Valencia para construir un marco de estabilidad real? ¿Quién responde?
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