El debate sobre la modificación de pesos y dimensiones de los camiones sigue dando que hablar. La pregunta es obligada: ¿Es necesario aumentar la capacidad de carga para mejorar la eficiencia en el transporte?
La industria lo tiene claro y suspira desde hace tiempo por la implantación de los ‘megacamiones’ y las 44 toneladas para reducir costes y mejorar la productividad. Los transportistas, salvo algunas excepciones, no opinan igual y mantienen que ahora no es el momento de aumentar las dimensiones de los vehículos, ya que acentuaría el vigente desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Puede que no les falte razón. Pese a los síntomas de mejoría, que apuntan a una recuperación de la economía, la caída del tráfico con respecto al primer trimestre de 2008, antes del estallido de la crisis, supera el 40 por ciento. Sin embargo, el sector no puede obviar este debate y dejar pasar una oportunidad para ser más competitivos. Es hora de quitarse los miedos y mirar hacia el futuro. Y el mensaje también vale para la industria.
La eficiencia no es cargar más por lo mismo. Y no sólo es necesario compartir los beneficios que supondría el poder usar camiones con más carga, hay que atacar otras cuestiones clave para la tan ansiada eficiencia, como las restricciones de tráfico, los tiempos de espera en las operaciones de carga y descarga, la morosidad… Transportistas y cargadores están condenados a entenderse.
Tienen que dejar de mirar en direcciones opuestas y empezar a caminar juntos de la mano con el objetivo de hacer buena la filosofía de ‘ganar-ganar’. Lo contrario sería más de lo mismo, pero, eso sí, con camiones mucho más grandes.
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