Con estas escuetas palabras: “Es más de lo mismo”, un decepcionado empresario se refería a la última propuesta de la asociación de fabricantes y distribuidores Aecoc presentada al Comité Nacional en el marco de las negociaciones entre transportistas y cargadores, retomadas recientemente tras casi dos años de ‘impasse’, para tratar de acercar posturas en temas tan espinosos como la acción directa, pesos y dimensiones, la cláusula del gasóleo, los plazos de pago o la euroviñeta, entre otros. No le falta razón. Las medidas, a las que ha tenido acceso este periódico, tienen su miga.
Desde la primera línea se ve que sólo quieren ‘hablar de su libro’, haciendo oídos sordos a la problemática de la carretera, que, lo quieran entender o no, también es la suya y les acabará estallando, tarde o temprano, en sus manos. El texto, bajo la premisa de la mejora de la productividad del transporte para que las empresas españolas puedan ganar competitividad, gira en torno al aumento de la capacidad de carga de los camiones, principal caballo de batalla de los cargadores. Una iniciativa interesante, sin duda, pese a la fuerte oposición de los transportistas. No obstante, antes de su hipotética implantación requiere una negociación serena de tú a tú entre las partes y no un ‘ordeno y mando’.
Pero lo que más llama la atención es su rechazo a limitar la cadena de subcontratación, pese a reconocer que en España es excesiva, provocando “efectos indeseados”, y a la acción directa. Ponen el acento en la posible desaparición de autónomos y pequeñas empresas. Sin embargo, ¿por qué han callado todos estos años atrás, cuando era el transportista efectivo el que no cobraba?, algo que ocurre en más ocasiones de las deseadas. La relación entre transportistas y cargadores nunca ha sido de ‘amor eterno’, pero están condenados a entenderse, por el bien del sector y, por tanto, de la economía. Que alguien tome buena nota para que puedan fumar, cuanto antes, la pipa de la paz.