Fomento sólo ha puesto en funcionamiento cuatro de las 18 actuaciones comprometidas en 2005 para 2012, en ocho no han empezado las obras y en tres están paralizadas.
El Ministerio de Fomento se comprometió en 2005 a invertir 1.275 millones de euros en el Corredor del Mediterráneo viario, de Tarragona a la frontera, en siete años. En 2010, de los cuatro tramos declarados prioritarios entonces, en tres no han empezado ni las obras. Únicamente cuatro de los 18 tramos están en funcionamiento
El Ministerio de Fomento y la Generalitat de Cataluña firmaron en octubre de 2005 un protocolo de inversiones en carreteras. La cartera de la entonces titular Magdalena Álvarez se comprometía a invertir 3.804,8 millones de euros hasta 2012. La parte más importante de esta inversión, 1.275 millones de euros, era para el Corredor del Mediterráneo, entre Tarragona y la frontera con Francia, es decir, las variantes de la N-340 (autovía del Mediterráneo A-7) y de la N-II (autovía A-2).
A dos años para que expire el acuerdo, el panorama no puede ser más desolador: en tres de los cuatro tramos declarados entonces prioritarios las obras ni han empezado. Del total de los 18 tramos proyectados, únicamente funcionan cuatro, y uno de ellos parcialmente. En seis empezaron las obras, pero en tres de ellos están paradas por diversas circunstancias. En los ocho restantes, ni se han adjudicado.
La A-7 es la que resulta menos peor parada: tiene tres de los cuatro tramos en funcionamiento del total del Corredor. Eso sí, uno parcialmente, (Vandellòs-Mont-roig del Camp). En la A-7 se declararon dos ejes prioritarios en 2005, Castellón-Vandellòs y Altafulla-Vilafranca, el primero está todavía pendiente de la declaración de impacto ambiental y el segundo de la licitación. En cuanto a la variante de la N-II, de los 99 kilómetros que separan Tordera de la frontera, sólo están en servicio 10 kilómetros. El tercero de los tramos declarados prioritarios en 2005, entre Medinyà y Bàscara, está en obras y habrá finalizado en 2011.
El cuarto, de Bàscara a la frontera, existe hasta la fecha en papel. Mención aparte merece la autovía orbital B-40, en diversas fases de desarrollo. Esta obra depende del Ministerio de Fomento, pero el Gobierno Tripartito catalán no se pone de acuerdo en si, a su paso por la provincia de Barcelona, será una vía de alta capacidad para evitar la congestionada corona metropolitana de la Ciudad Condal, dando así continuidad al Corredor del Mediterráneo, o una ronda para el tráfico local.
El Grupo de Trabajo de Infraestructuras (GTI-4), formado por la Cámara de Comercio de Barcelona, la patronal Fomento del Trabajo, el foro Círculo de Económica y el club RACC, no deja de insistir en la necesidad de agilizar las obras del Corredor. Habrá que esperar a que Fomento desvele los proyectos seleccionados para el nuevo Plan Extraordinario de Infraestructuras (PEI) para comprobar si la cartera de José Blanco recupera del olvido el Corredor.