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UE o el arte de imponer quimeras

El transporte internacional por carretera ya lleva más de una década implantando medidas para reducir su huella ambiental

Se acaban de publicar las enmiendas de los eurodiputados a las nuevas propuestas de Directivas de Energías Renovables y Eficiencia Energética votadas en el Parlamento Europeo a mediados de septiembre. Inexplicablemente plantean objetivos todavía más ambiciosos que los inicialmente propuestos por la CE en el paquete ‘Fit for 55’. ¿Cómo se puede obviar el impacto que han supuesto una pandemia global y la invasión de Ucrania en los objetivos de la política energética de la UE? En lo que respecta al transporte, esta propuesta legislativa establece una reducción del 16% de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuando en la propuesta original este porcentaje era del 13%; y un aumento en el uso del hidrógeno verde de más del doble, un 5,7%, comparado con el objetivo actual.

En lugar de flexibilizar estas metas, teniendo en cuenta que desde hace dos años el PIB de la eurozona se ha estancado y que todo apunta a una inminente recesión económica -no solo europea, sino mundial-, nos aprietan aún más las tuercas. Incomprensible.

El transporte internacional por carretera (mercancías y viajeros), ya lleva más de una década implantando medidas para reducir su huella ambiental dentro de lo que la tecnología y las soluciones energéticas actuales le permiten. Para que nuestro sector sea neutro en emisiones se necesitan políticas coherentes y realistas en la UE. Por “coherentes” me refiero a que no podemos pretender implantar un mismo modelo de transición energética en diferentes modos, porque no es lo mismo un turismo, una moto o un camión de 20 toneladas. Y por “realistas”, a ser conscientes de las alternativas tecnológicas sostenibles de las que dispone nuestro sector: gas natural y ecocombustibles.

Ramón Valdivia

rvaldivia@astic.net