José Luis Martínez Lázaro. CEO de Carmelo Martínez Rodríguez
Desde el minuto “uno”, los empresarios de Melilla hemos pedido a nuestro Gobierno una acción diplomática frente a Marruecos para revertir ese bloqueo a las expediciones comerciales
Sorpresivamente, a mediados de julio de 2018, Marruecos colocó un aviso en la oficina de la aduana de Beni-Enzar anunciando a los operadores marroquíes que desde el 1 de agosto solo se admitirían las importaciones a través del puerto de Beni-Enzar, cerrando de este modo el tráfico comercial a través de la aduana terrestre desde Melilla. Sin embargo, extrañamente, el Gobierno de España no aplicó la medida recíproca y se mantuvieron las importaciones de áridos y otros productos hasta que con la pandemia se cerró cualquier tipo de circulación de personas y mercancías por la frontera.
Todo ello ha supuesto a las empresas transitarias, a los representantes aduaneros y a los operadores portuarios un gran quebranto económico y la desgracia de tener que prescindir de algunos trabajadores que llevaban vinculados muchos años a nuestras empresas.
A pesar de lo que se ha permitido decir recientemente el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, lo cierto es que desde el minuto “uno” los empresarios de Melilla hemos pedido a nuestro Gobierno una acción diplomática frente a Marruecos para revertir ese bloqueo a las expediciones comerciales.
Mucho presumir nuestro Gobierno de las excelentes relaciones con el vecino país y del incremento de los intercambios comerciales entre España y Marruecos, pero se le olvida reconocer la guerra “híbrida” que persigue la asfixia económica de Melilla y Ceuta, impidiendo, incluso, la aplicación del régimen de viajeros procedentes de ambas Ciudades Autónomas.
Una vieja reivindicación
Han sido muchos los comentarios en prensa y otros medios de comunicación y los apoyos de los colegios profesionales y asociaciones sectoriales que nos han acompañado estos años en nuestra reclamación. Anesco nos abrió las puertas de la presidencia de Puertos del Estado y de la Secretaría General de Transportes; la CEOE la de la Dirección General de Diplomacia Económica; el Consejo General de Agentes de Aduanas se ha pronunciado en varios comunicados y Feteia -además de las cartas dirigidas al presidente del Gobierno- en noviembre de 2019 me dio su representación en la reunión con la Dirección General de Aduanas e IIEE y en la que la propia directora general reconoció que no había nada técnico que negociar con Marruecos y que todo era un problema diplomático.
En los sesenta años que llevaba abierta esta aduana (1959) se han realizado cientos de miles de despachos de aduana de exportación y exportación de todo tipo de mercancías sin que hubiese existido ningún impedimento técnico ni físico para ello. Por tanto, sobraban las absurdas “pruebas” del funcionamiento realizadas el pasado año exigidas por Marruecos y aceptadas ignominiosamente por España.
La falta de información veraz y el secretismo sobre la famosa “hoja de ruta” de la que desde mayo del año 2022 viene presumiendo el ministro Albares y la sonriente delegada del Gobierno en Melilla es incomprensible. ¿Qué tienen que ocultar? Son más ciertas las informaciones procedentes del otro lado de la frontera que dijeron hace meses que se abriría el paso para ciertas mercancías que ellos decidieran, que solo se admitían vehículos de menos de 3,5 toneladas y que solo se podría pasar una expedición al día.
Pues eso es lo tenemos en estos momentos y nuestro Gobierno calla y no dice nada, como la canción. Proclaman orgullosos que la aduana está abierta. Abierta, ¿a qué? ¿A los vientos de poniente o de levante?
Lo más indignante, aparte de la falta de reacción diplomática desde el minuto uno y la bajada de pantalones frente a las exigencias de Marruecos es la continua sarta de milongas -cuando no mentiras- que han ido contando la delegada del Gobierno en Melilla y el ministro Albares en estos años.
Y el colmo es el anuncio de que por fin vamos a tener una “aduana del siglo XXI” que nada tiene que ver con la existente antes, pues ahora va a funcionar como la de Algeciras.
Esto es un absoluto desprecio a la propia Dirección General de Aduanas, a los funcionarios y a los operadores en la aduana de Melilla que han venido operando en ella con los mismos procedimientos y requisitos que en cualquier otra aduana española; es una muestra más de la falta de conocimiento que tiene esta profesora de música que circunstancialmente desempeña el cargo de delegada del Gobierno sin más méritos que ser de la cuerda del ministro de turno.
Termino manifestando mi rechazo a esta nueva “aduana del siglo XXI” que Marruecos quiere imponer a España. En un artículo de un periódico de tirada nacional la han calificado como una aduana “fake”. Y es verdad, pues lo que ha aceptado el Gobierno de España es una aduana indigna de dicho nombre.
A mí me parece toda esta situación una broma macabra por parte de los responsables políticos españoles. Algún día pagarán por ello.