Una huelga inútil más, que no ha servido para nada y que deja todo como estaba. Y otro clásico en este tipo de acciones, la guerra de cifras sobre el seguimiento que tuvo el paro de tres días convocado por UGT y CC.OO. en el transporte de mercancías por carretera de la provincia de Barcelona: del 8 por ciento, según la patronal Transcalit, y del 60 por ciento, según los sindicatos. La realidad es que la protesta ha tenido escasa repercusión.
Y la poca que ha habido ha sido por la acción “coercitiva” de los piquetes informativos en los accesos a las grandes plataformas logísticas, como la CIM del Vallés, la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del puerto de Barcelona o la Zona Franca.
Un bloqueo que ha impedido acceder a los trabajadores que querían incorporarse a sus puestos de trabajo “ante la pasividad de los mossos d’esquadra”, que “no han sabido mantener el libre tránsito de personas y mercancías”, según ha denunciado UNO.
Los sindicatos argumentaron para convocar la protesta que ambas patronales no quieren negociar el convenio colectivo del transporte por carretera de la provincia de Barcelona, que expiró en 2010, para que se muera el solito ya que, con la reforma laboral, dejará de tener vigencia el 8 de julio.
Tanto UNO como Transcalit han dicho por activa y por pasiva que están dispuestas a seguir negociando. La primera ha ofrecido a los sindicatos ampliar el convenio actual hasta el 31 de diciembre para dar tiempo a continuar las negociaciones, mientras que la segunda mantiene la necesidad del convenio colectivo del sector, eso sí, teniendo en cuenta la realidad social y económica.
Los sindicatos hicieron oídos sordos a las llamadas al diálogo in extremis de las patronales para impedir el paro. Se dice que el pescado estaba ya vendido, que no había quien frenara la protesta porque Barcelona ha sido el banco de pruebas para convocar una movilización general del transporte.